Cien años
Ahora es el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 a Carmen Linares y a María Pagés en ellas converge el espíritu de varias generaciones
Quiso el destino, y el tesón y el empeño de Manuel de Falla y Miguel Cerón, que fuera Granada la ciudad escogida para ser la sede de la puesta de largo del Flamenco. Ese cante jondo y primitivo andaluz que surgió en los tiempos de ... la Revolución de 1868, y que asistió al derrocamiento de Isabel II y que vivió unos años de democracia nunca vista por estos lares. La Plaza de los Aljibes fue testigo del Primer Concurso de Cante Jondo, los días 13 y 14 de junio de 1922, antesala del Corpus granadino. Sólo para artistas aficionados. Nada de cante grande o cante chico. Sólo el buen cante y el buen toque. Lorca, Rusiñol, Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, junto con músicos de la talla de Turina, Andrés Segovia o Pedrell apoyaron sin fisuras la iniciativa. El cartel fue encargado a Zuloaga, pero el pintor, que estaba en París, pasó el relevo a Manuel Ángeles Ortiz y Hermenegildo Lanz. Todo un alarde de cubismo picassiano, con misterio en su interior, que no dejó indiferente a nadie. Una tormenta de fin de primavera intentó deslucir el espectáculo, pero no pudo con la voz forjada a golpes de yunque de Diego “El Tenazas” y el timbre casi imberbe de Manolo Caracol, ni con los acordes y sones flamencos de José Cuellar y el Niño de Huelva. Un joven Manuel Chaves Nogales se alió con el esfuerzo de toda una ciudad. Según los historiadores, como corrobora Guillermo Boto, investigador de la catedra de Flamencología de Cádiz ese festival señero tuvo sus luces y sus sombras. Falla no quiso que el concurso se limitara a Granada, y con la colaboración de su amigo, y prócer gaditano, Álvaro Picardo, organizaron el 18 de junio, en la Real Academia Filarmónica de Santa Cecilia de Cádiz, un Festival Artístico. Según los entendidos, el de Cádiz fue más completo, ya que se incluían los estilos de los cantes, cosa que no se hizo en Granada.
Gracias al trabajo de la Cátedra hace unos días hemos podido disfrutar en la Casa Aramburu de una reproducción exacta de lo que se tocó y cantó en aquella velada histórica. Carmen de la Jara, Pedrín Garcia y Felipe Scapachini han dado voz a soleares, siguiriyas gitanas, serranas, cañas, polos, gilianas, martinetes, nana moruna y saetas viejas. El Gran Teatro Falla también ha sido testigo de una recreación de lo que fue aquel encuentro.
Han pasado cien años y el flamenco vuelve a ponerse de gala. Aún colean los cantes, suenan las guitarras y se escuchan los zapateaos que rindieron homenaje cuando fue proclamado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010. Ahora es el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 a Carmen Linares y a María Pagés en ellas converge el espíritu de varias generaciones. La tradición y la hondura de las raíces del flamenco, han sabido moderniza lo que Antonio Mairena pensaba que era inamovible. Por una lado la voz de Carmen, la más elegante del flamenco y por otro el concepto ilimitado del baile de María.
¡Cien años más!
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