Opinión

Carta a SS MM

La pandemia nos ha cambiado tanto que he vuelto a recuperar esa relación epistolar que no debí de abandonar nunca

Queridos Reyes Magos: (Con copia a Papa Noel y/o Santa Klaus) En las últimas semanas en mi buzón de correos, me refiero al tradicional, a ese que cada vez es menos frecuente que sea portador de noticias algunas, aunque no sean del todo buenas, ... sólo recibo catálogos. Ellos comparten espacio angosto y reducido con recibos de la luz y de agua, y alguna que otra notificación bancaria. No suele ser tiempos de la Agencia Tributaria, esa que aprovecha los viernes a última hora para amargarte el fin de semana.

En ellos se acumulan una pléyade de objetos de deseo. Vinos, licores y delicatesen a precios accesibles, manjares nada cotidianos se nos brindan al alcance de nuestros bolsillos. Algunos son monográficos de nuevas tecnologías. Televisores, ordenadores, móviles y toda una ristra de ventanas hacia unas redes sin comunicación personal alguna.

Los que más me gustan, será por mi deformación de abuelo, son los de juguetes. A mis nietos también. Con un lápiz en la mano dilucidan de manera individual cuales son los objetos de sus pretensiones. Sólo les está permitido tres, como en el caso del genio, los demás serán sorpresas.

Hace años que dejé de escribir la carta a SS MM de Oriente. La pandemia nos ha cambiado tanto que he vuelto a recuperar esa relación epistolar que no debí de abandonar nunca. La ilusión y la inocencia son patrimonios infantiles. Las ansias y la realidad son lugar de encuentro de los adultos. Este año no voy a pedir nada material. Renuncio a todo lo tangible, rehúyo de lo marcado con un precio ostentoso. No quiero nada que brille ni que se pueda pesar. Nada que pueda comprar en algún lugar ni que sea objeto de intercambio alguno. Sólo quiero pediros algo de sosiego, esa sensación de tranquilidad que se confiere a la persona o cosa no agitada. Un poco de alegría y algarabía tampoco nos vendría mal. No me refiero a ese bullicio concentrado que tanto daño nos ha provocado, sino al sabor de la risa, al calor de los abrazos, al sabor de esos besos que no supimos valorar en su justa medida y que tanto echamos de menos. Tampoco nos vendría mal algo de silencio, de ese del que se dice que somos dueño y que no nos apresa. Desearía recuperar la mirada intencionada de ese amigo de siempre y que hace tiempo renegamos. Quisiera ser menos yo y más de los que tanto quiero. Me encantaría vivir con ellos la existencia en un cuentagotas con perfiles de eternidad. Huir de modas y tendencias, ser esa persona única, poseer esa individualidad a la que nadie debe renunciar por imposición alguna.

Dicen que van a llover millones de Europa. Sólo os pido que se gasten sin prisas y con cabeza. Que lo social prime sobre lo especulativo. Que la imaginación y la iniciativa que nos caracteriza se pongan al servicio de los que están tocando el fondo del pozo.

¡Ah! Se me olvidaba. Que los 26 millones de fusilamientos que algunos tienen previsto sólo sean una metáfora de muy mal gusto. Que se les encasquille el odio y que se les revuelva el resentimiento.

Como podréis ver no os pido gran cosa. Esperando que el reparto de todos los deseos os sea llevadero, recibid mi más sincera consideración y aprecio.

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