Opinión
Recuerdos de mi padre con Pemán
No rechazaba a nadie que pretendiese charlar con él o hacerle una pregunta
La polémica retirada del mármol de la casa donde nació Pemán me ha traído vivencias con ese escritor. Me acuerdo de Pemán cuando iba a comer al restaurante Achuri, donde yo trabajaba de adolescente, y lo accesible que era para entablar una conversación con ... cualquiera . No rechazaba a nadie que pretendiese charlar con él o hacerle una pregunta. Mi aita (mi padre en euskera) se emocionaba al verlo. A pesar de que tuvo un hermano preso por la represión de la Guerra Civil en el penal del Puerto Santa María y odiaba a los fascistas que le habían hecho sufrir mucho, a mi progenitor le resultaba ese hombre entrañable, bien formado y culto, y no lo calificaba con ese adjetivo peyorativo.
Mi padre no perdía la ocasión para preguntarle por la opinión del literato sobre el idioma de su tierra, hoy denominado euskera (aunque en tiempo del dictador se denominase simplemente vasco). En ese momento él me había comprado un método para aprender euskera, pues al ser mi madre riojana solo sabía algunas palabras sueltas, aunque confieso que yo nunca pasé de las primeras lecciones. Mi padre, añoraba su tierra, era de una aldea de Mundaka y su lengua materna fue el euskera. No aprendió castellano hasta que no fue a la escuela, por lo que tuvo que sufrir la inmersión lingüística del momento, ya que tenía que memorizar las lecciones y las tareas del colegio, pero no las comprendía. En esa época de atentados, además de mucha animadversión contra lo vasco, había mucha gente inculta que afirmaba que esa lengua tenía la categoría de dialecto, lo cual le irritaba mucho a mi aita que reivindicaba que era un idioma que había que preservar. Pemán le daba la razón a mi padre y le animaba a que fomentase esa lengua , lo que dejaba a mi aita satisfecho y le compensaba, en cierto modo, de los improperios recibidos por otra gente ultra que denigraba de sus paisanos en su cara y sin ningún respeto.
