Ignacio Moreno Bustamante
Dos años es mucho
Cádiz sigue igual que estaba antes de las últimas elecciones municipales; o peor en no pocos casos
Dice el Ayuntamiento de El Puerto, en documento oficial, con su sello, membrete y todos los avíos, que en estos dos años que lleva gobernando David de la Encina con sus cinco tristes concejales de 24 posibles, la ciudad se ha recuperado «como referente a nivel provincial, tanto en el ámbito turístico, como en el cultural y de ocio». Ole ahí. Tan tranquilos se quedan. Vámonos a la feria que ya hemos comunicado todo lo que teníamos que comunicar. Ah, no, añadamos que «todo ello está suponiendo un importante impulso comercial y empresarial, que genera riqueza y movimiento económico en la ciudad, así como oportunidades de empleo». Ahora sí, comunicado de valoración de dos años de gobierno redondo. En fin. El Puerto, por si los concejales socialistas no se han enterado, sigue tan hundido como hace tres años, cuando Candón heredó una ruina de manos de su compañero del PP Enrique Moresco. Como hace dos décadas, cuando gobernaba el inefable Hernán Díaz. El Puerto es, sin duda, uno de los municipios que ofrece mayor sensación de abandono, desde las zonas más céntricas a las residenciales. Y ya no les cuento si se pasa usted por Los Milagros o José Antonio. De hecho, mejor no se pase. Miedo. Literal.
Y lo mismo que en El Puerto, pasa en prácticamente todos los municipios de la Bahía de Cádiz. Chiclana no ha sido capaz de ‘trincar’ ni un solo euro de los fondos europeos Edusi, San Fernando tampoco ha hecho nada especialmente relevante más allá de cambiar los muñequitos de los semáforos y encima ha tenido que dimitir una concejala que incitaba al personal a cometer ilegalidades. Si no con la connivencia de su alcaldesa y su presidenta provincial, al menos sí con su comprensión. Y ya no les cuento Puerto Real y Cádiz, con el imperio podemita diciendo sandez tras sandez, provocando por provocar, erigiéndose en salvadores de los oprimidos y, sobre todo en el caso del alcalde gaditano, utilizando una institución tan importante como el ayuntamiento de la capital para proyectar sus ideas anticapitalistas y comunistas casposas a nivel nacional. «Yo soy un revolucionario», va diciendo Don José María a nivel privado. Un revolucionario. Eso se cree. Como el Ché. O Fidel. O Hugo Chávez. O tantos y tantos patéticos personajes que no han traído más que ruina a aquellos a los que pretendían salvar.
Dos años han pasado desde las última elecciones municipales. Mucho tiempo. Y lo único cierto es que Cádiz sigue siendo la provincia con más paro de España. Pese a su enorme potencial. Pese a la riqueza cultural y paisajística, pese a que la industria parece que empieza a remontar. A Cádiz, en realidad, lo único que le falta son dirigentes que estén a su altura. Y que no digan y hagan tantas pamplinas.
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