Mi vecino, el de las estatuas
Esta ola neopuritana se ha propuesto revisar a la historia por la peana, sabedores de que es más fácil embestir que pensar
No falla. Puede usted estar soportando estoicamente los tacones de su vecina, los ronquidos de su vecino y las obras que han estado realizando la estruendosa pareja para convertir su modesto pisito de 70 metros cuadrados en un remedo reducido y rococó del Palacio Real ... que, cuando haga usted el más mínimo ruido –bueno, concedo que no será tan mínimo–, bajarán a protestar por lo que consideran una falta imperdonable, un delito de lesa vecindad que debe ser castigado con un «shhh» justiciero o un «sequeri callá» de los de antaño.
Lo mismo sucede con la marea revisionista que, con ese aire tan gracioso de lo gringo, está llegando a nuestro día a día como una ola, como un tonto tsunami de proclamas vacías más fáciles de seguir que de entender . Cervantes, Colón, fray Junípero o Isabel la Católica han sufrido las iras de los gritones , escupidores de proclamas que dudo que alcancen a entender. Iconoclastas de baratillo, se han lanzado a revisar las estatuas por la peana, que es por donde se adora al santo y, ahora, se empuja al demonio. Cierto es que estudiar y conocer la historia es un soberano coñazo –mejorando lo presente– pero te evita quedar como un imbécil . Porque quienes atacan con saña a la imagen de Isabel I de Castilla quizá no sepan que fue la primera soberana en decretar por ley que no se obligara a los indios a trabajar ni se les castigara con torturas (salvo a los caribes, pero no vamos a ponernos exquisitos en 2.603 caracteres). Los abusos, ay hijos del Mayflower, eran ilegales (y abundantísimos, cierto) en los territorios de la Corona española ya en el siglo XV. Pero que los libros nunca detengan las balas. No deja de ser triste que el vecino de arriba, el que practicó un exterminio atroz del nativo, se permita mandar callar a quienes impulsaron el mestizaje y centuplicaron la población amerindia de Alaska a Tierra de Fuego.
La misma ola de estupidez está acentuando ese neopuritanismo retrógrado que aquí llevamos años adaptando con el infantil entusiasmo de quien prefiere embestir a pensar . Los mismos que presionaron a HBO para que retirara ‘Lo que el viento se llevó’ por ser racista quizá exijan por la misma inicua razón a Spotify que suprima ‘Angelitos negros’. O a TVE que no emita ‘La vaquilla’ o ‘Ay, Carmela’. Lo peor de la estupidez es su inescrutable capacidad de sorpresa. Puede que dentro de unos años querramos que se borren de nuestro archivo gaditano ‘Charrúa’, o ‘Bien nos diste coba, Cristoba’ o ‘El callejón de los negros’. O quizá, rizando el rizo, que los pedestres de los pedestales retiren el busto de Mercedes Formica del Palillero.