Turismo en Cádiz y bailar con tu prima
Como gaditano, la idea de hacer turismo por la ciudad me recuerda demasiado a las Navidades imaginarias de los Flanders

Alguno ya pensará, viendo el título, que voy por donde no es. Que no hombre, tranquilo, aguante el genio ahí. Atempere. No estoy hablando de las casas reales europeas y de las divertidas consecuencias que ha traído su proverbial endogamia. De eso hablaremos cuando consiga ... un buen abogado. Con lo de bailar con tu prima me refiero a la propuesta que realizó la concejal de Turismo de nuestra Rapa Nui de puntillitas de que, con las limitaciones de desplazamientos que tenemos, hiciéramos turismo interno. Hablando en plata quieta, que nos quedáramos en Cádiz .
A ver, calma aquí también. Enfunde el arma. Aquí, ni una crítica a Monte Mures, que ha hecho, realmente, lo que tiene encomendado. Ha glosado las excelencias de Cádiz , desde la A de Alameda (donde el atardecer es tan divino que roza la blasfemia) hasta la Z de la Zona Franca, aunque no sé quién querría ir a ese extremo del planeta más allá de un lavado de coche o una compra de objetos de decoración de bajo presupuesto y cuestionable gusto.
Pero, qué quieren que les diga, como gaditano, la idea de turistear por Cádiz me resulta tan atractiva como la de bailar con mi prima en una boda cuando teníamos 16 años . Era una opción que estaba ahí pero que –es el mercado, amigo– siempre se veía como la última, algo así como los tres minutos de prórroga que le dan al Madrid para que gane los partidos o los tres políticos de prórroga que ganan los partidos cuando pueden perder una moción de censura.
Y tu tía, como Mures, te contaba lo buena que era tu prima, y lo lista, y lo guapa que se había puesto con los fondos NextGeneration de la dorada adolescencia (aunque el reparto había sido algo desigual). Y tú podías estar de acuerdo pero, no hace falta seguir blandiendo metáforas tramposas, al final estabas bailando con tu prima. Amo Cádiz como el niño a su mañana (yo), pero hacer turismo en donde compro el líquido de las lentillas y pago aquellos IBIs antiguos me recuerda a las Navidades imaginarias de los Flanders .
Quieto parado, baje el tono, que no quito un celemín de excelencia a la Catedral ni le escamoteo el adobo a nuestra gastronomía aunque, cuando pueda, me vaya a otras tierras para echar de menos mis puertas. Puede que sea el curso de nuestro tiempo el tener que acostumbrarnos a correr con el freno de mano echado, a hacer de la conformidad la primera de las virtudes , a soñar con un paraíso adolescente con sones de Vivaldi pero acercarte, cuando comienza a sonar la ‘Mayonesa’, a pedirle bailar a tu prima. Y que detrás de la mascarilla, ella te diga que no.