Con tranvía y sin deseo

Mil pruebas después –alguien tendrá registrados los kilómetros de mentirijillas que han hecho esos vagones– el tranvía ganó la capital en un acto a medida del partido que podía aprovechar mejor las fotos

Andrés G. Latorre

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La vida te enseña que sólo hay una cosa peor que lo que uno desea no llegue. Y es que lo haga demasiado tarde. Como ese juguete que uno consigue cuando ya se le ha pasado la edad o esa chica que se acerca ... cuando se han pasado los ímpetus . Me da la sensación, porque en esto de opinar uno se mueve siempre por unas percepciones tan obtusas como el círculo de personas con el que charla, de que nos ha sucedido lo mismo con el tranvía. Ha llegado tan absolutamente tarde que se nos han pasado las ganas. Hemos pasado del entusiasmo febril de principios de los 2000, cuando éramos tan ricos que pensábamos que no gastar era una ordinariez, a los tristes 20, donde la mascarilla y la contención son las brújulas que nos llevan a ningún lugar. Si hace 20 años, qué guapos salíamos en las fotos, era san Ladrillo quien nos regaba, ahora es Santa UE la que nos estercola. Y nos parece casi igual, pero a la marioneta no dejamos de verle las trampas aunque callemos.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación