La Salada Claridad se vende o se alquila
Desde hace siglos, se han buscado esos dos términos, ora contradictorios, ora complementarios, que definieran lo que era Cádiz. Hoy, parecen ser 'Se Vende' y 'Se Alquila'
Dos suelen ser los términos que guían nuestros caminos. Cuando se deshoja la margarita, es «me quiere» o «no me quiere» lo que se dice y, si salen nones, nos enfrentamos a la dupla maldita de «me verás, pero no me catarás». «Abierto» o «cerrado» ... son dos términos que pueden hacer que una noche se vuelva legendaria o que se vaya al garete y «negativo» o «positivo» pueden cortarte la adolescencia si tu novia se está haciendo una prueba en el baño de Empresariales, en cuya puerta, vamos a ir terminando ya con esto, aparecerá «caballeros» o «señoras», en un acto de generosidad de quien, al rotular, nos confiere esa distinción junto con un hermético «tire» o «empuje».
Desde hace siglos, se han buscado esos dos términos, ora contradictorios, ora complementarios, que definieran qué era ser Cádiz o estar gaditano, que en nuestra Rapa Nui de mentirijilla no se sabe si lo copulativo es perfectivo o le sacan falta. A veces esa pareja buscada era «guacamayo» o «lechuguino», quizá «beduino» o «de Cadi, Cadi». Muchas otras resultaban impostadas, como «carnavalero» o «capillita» porque, realmente, eran los mismos, a no ser, claro, que fueran «gaditas» o «sevillitas», cuya diferencia en matices requeriría una pericia que yo, desdichado analfabeto en actos y potencias, no tengo.
Podemos seguir poniendo aquí todos los binomios semánticos que nos dé la gana pues, como habrá observado, son tan arbitrarios como el frío y el calor en estas semanas, como la frecuencia del 7 o como las fechas del Carnaval. Pero creo que, quien se dé una vuelta por el centro de la ciudad, estará de acuerdo en que los términos que más se repiten y que, ahora, mejor definen cómo estamos son ‘Se vende’ y ‘Se alquila’, a tenor de los carteles que se exhiben sin pudor en los escaparates de los locales comerciales del centro. Como las tristes prostitutas de la plomiza Ámsterdam, los cristales de nuestras tiendas provocan más pena que interés. Y como con las tristes prostitutas de la plomiza Ámsterdam, no faltará quien quiera sacar tajada de esta crisis, de este mal envejecer, de esta espantosa soledad que acompaña a la que amaban comerciantes y marineros. Estamos que lo regalamos señores (bueno, por un módico precio). Dos términos para una ciudad, un remate para 3.000 años. Novia del Mar, Salada Claridad, Perla de Occidente, Sirena del Atlántico. Se Alquila, Se Vende.
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