OPINIÓN
Rusia es culpable
Rusia es tan grande que puede ser un complot de Wall Street para que gana Biden o un ataque ultraderechista contra el cambio de nombre del Estadio
Rusia es culpable. De lo que sea, como nos enseñó la carcunda patria hace tanto, tanto tiempo que parece que fue ayer por la tarde en el Congreso. Claro que Rusia puede ser el país que empieza en la frontera de Ucrania y termina en ... Vladivostok, una conjura del establishment gringo o una mistérica plataforma de ultraderecha. Incluso Rusia puede ser Yoko Ono que, como sabe cualquier persona de bien, es la culpable de todo. Rusia es el «tranqui, colega, la sociedad es culpable» que hace unos años cantaba Siniestro Total.
Lo bueno de Rusia es que, siendo tan grande, puede vestir y desnudar todo lo que queramos. Esta semana hemos tenido dos soberbios ejemplos de su inmensidad, ya que se ha empleado en la nación que confía en Dios y en la ciudad que no se fía ni de su sombra. En las elecciones de Estados Unidos –¿recuerdan ese tiempo tan feliz en el que éramos jóvenes y no había ni Donald Trump ni coronavirus? Yo tampoco– su todavía presidente invocaba u na conspiración de Wall Street, los medios de comunicación y una especie de contubernio izquierdista internacional para robarle su contrato cuatrianual de alquiler en la Casa Blanca. Como Don Quijote cuando acuchillaba los odres de vino, el bueno de Donald y el resto de patitos disparan contra todo lo que se mueve porque a río revuelto, ganancia de los freidores . Tranqui, colega, Rusia es culpable. Lo fue hace cuatro años cuando dijeron que, por ella, el mismo Trumpero ganó las elecciones.
Aquí en Cádiz, también han aparecido los rusos, en esta ocasión como ultraderechistas que han venido a sabotear la democrática elección del nombre del Estadio. Desde el Ayuntamiento afirman que fachas han llegado a la plataforma de votación desde la lejana Siberia para dejar congelada la elección . Quienes diseñaron el sistema de votación demostraron un soberano polvorón al permitir que desde la estepa descubrieran que tenía más fallos que el sistema de colorines para aparcar. Ahora, con la misma fiabilidad y desrusarizando los datos, nos dirán en unos días cómo quedó la votación de verdad de la buena.
Así amigo, que ya sabe. Es el espíritu de los tiempos. Si nuestro paisano Albert Hammond cantaba eso de «Échame a mi la culpa de lo que pase, cúbrete la espalda con mi dolor» (también valdría el «no eres tú soy yo, échame la culpa», de Luis Fonsi ) usted podrá decirle a su marido, a su jefe o a su presidente de comunidad cuando le pillen en un renuncio la fórmula mágica de «Rusia es culpable».