Los políticos, el culo y los culillos

El reparto de vacunas y su orden han vuelto a demostrar que en esto de salvar dicha parte, los políticos son los más hábiles

Escribió Eduardo Galeano, medalla de bronce de mis uruguayos tras Jorge y Mario, que si la mierda valiese algo, los pobres nacerían sin culo. No seré yo quien le enmierde la plana al gran escritor, culpable de mucho de lo que he leído y cómplice ... de lo que escribo y menos cuando se ha demostrado en los últimos tiempos que es el culo algo tan valioso que no importa perder honra y barcos por conservarlo .

Ya sabíamos, de sobra, que es humana condición el buscar salvar el culo a toda costa, sobre todo si los que pagan son los demás. En el caso de los políticos, lo que el común ciudadano hace como mera pillería o con recato y disimulo, ellos lo convierten en objeto de arte primero y de estudio después. Lástima que ese estudio, en menos casos de los que debería, lo hacen las fiscalías, pero esa harina ya es de otro artículo. Les decía que ya sabíamos que en esto de salvar la ya citada parte los políticos han demostrado ser los mejores y no han sufrido al poner las posaderas en un sillón, o en otro, con tal de seguir tumbados a la bartola. Pero esta semana, con las vacunas , la situación ha llegado a lo máximo, a situarse un milímetro por encima del Lazarillo de Tormes y un centímetro por debajo de la rata común.

Les tengo por informados. Ha salido a la luz cómo el consejero de Sanidad de la Región de Murcia y 400 funcionarios (ya lo dijo Álvar Fáñez en el Cantar, «Con vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados; no os hemos de faltar mientras que salud tengamos») se han vacunado del Covid-19 antes de que les tocara, situación que se ha repetido con otros alcaldes y responsables políticos de diferente índole aunque sin tan numerosa hueste. Es curioso cómo con la vacuna, para salvar el culo, no han dudado en poner tan rápido el brazo . Aunque tampoco nos extrañe, que a muchos de ellos ya los conocíamos por poner la mano.

Unos aprovechando tanto el culo y otros, como reconoció nuestro consejero de Salud, desperdiciando los culillos , como quien anda más sobrado de sed que de calor y deja en el vaso un par de dedos de cerveza. Ya pondrán otra. O no, que tampoco importa demasiado si se le puede echar la culpa al camarero, al que compró los vasos o al que distribuyó las jeringuillas . Y el resto, qué le voy a contar a usted, con la cara de asombro de quien sospecha que unos y otros nos siguen tomando por lelos, por tontos muy tontos. Tontos elevados al cuadrado o, mejor, al culo.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios