Un meteorito en mitad de la Avenida
Tal y como está 2021, temo escribir un artículo para denunicar la situación de la Casa del Obispo y que el mismo día llegue un tsunami
Esto de escribir columnas de opinión se está convirtiendo en una actividad de riesgo . De riesgo de parecer que uno no se entera de lo que está pasando, que es de los menos soportables de todos porque, como bien decía Alfredo Landa en ... una película del destape –cada generación tiene sus Malumas–: «la deshonra se perdona, pero el cachondeo no». Le pasó a la compañera Rosa Palo (hemos conseguido el prodigio de la Articulísima Trinidad con ella, Belmonte y Carballal para relevar a Manuel Alcántara, único dios verdadero) hace unos días, como ella misma lamentaba en sus redes. Mandó su artículo de opinión con un poco de adelanto y mientras todos los sesudos análisis versaban sobre el asalto al Capitolio ella, con esa prosa que ya quisiera yo para los domingos, relataba cómo habían sido sus regalos del Día de Reyes. Con tanto republicano pasado, los problemas a Rosa le vinieron por los presentes de los coronados.
Con las mismas, temo que esta semana me decida a explicar el desastre que supone para esta Rapa Nui de la historia como es Cádiz la situación de la Casa del Obispo y que, este 2021 es impredecible, llegue un tsunami dos horas después de haber enviado a mis compañeros estas letras. Que escriba yo, subido en la tarima de este periódico y con caligrafía engolada, «lo peor que le puede pasar a esta ciudad es preterir (así de pedante me pongo en la tarima aunque sea flotante) su legado histórico» y que estén entrando calamares, doradas y caballas por la segunda planta del hotel Atlántico como si de turistas de Leicester se tratara. Imagínese qué situación. Yo mezclando las palabras para glosar el abandono del lugar histórico-místico más importante de Cádiz, poniéndome exquisito con que fenicios y romanos hacían cultos ahí y clamando como un abogado enjuto en una peli yanki que ahora es un almacén con las llaves en sospechosos llaveros y usted, mientras, viendo flotar por Canalejas un camión de Cruzcampo y otro de papas Franjosé.
Así que he decidido esperar hasta última hora para enviar mi columna. Porque pudiera ser que, aun con morigerado verbo y prudentisimo adjetivo, me quejara, un poner, de que el Ayuntamiento admita la chapuza del cambio de nombre del Estadio pero vuelva a repetir el proceso o del abandono de la Junta a los profesores para lidiar con la dupla covid-frío y que, al día siguiente, nos despertáramos con que ha caído un meteorito en mitad de la Avenida y me quedara yo con la misma cara de tonto de los que, habiéndose creído a salvo respetando todas las normas de seguridad durante la Navidad, ahora se ven chorreando por el tsunami de esta tercera ola.
Ver comentarios