Ya llega el salvador
Como otro dios solar, el 27 se celebra la llegada de Pfizer, que promete el milagro de volver a la vida antigua
Las señales ya se ven en el cielo. Bueno, más bien en la nube, que aloja amorosa y esponjosa las noticias que los medios vamos subiendo al ciberespacio (una de esas palabras futuristas que han pasado de moda, como los coches voladores, el teletexto ... o la estación intermodal de la plaza de Sevilla) sobre la lucha contra la pandemia. Ya se columbra la señal de la esperanza que todos esperábamos . Alégrate, oh españolito, que la ciencia ha concebido un remedio al que han puesto de nombre vacuna. Y de éste sí que se espera una segunda venida, pues la dosis es doble.
Como todos los articulistas de opinión, me repito más que el PSOE local criticando al alcalde pero, siguiendo con el mismo símil, no pienso hacer nada para cambiarlo. De hecho, los columnistas somos como los globos terráqueos que, dando vueltas a las vueltas, acabamos mostrando siempre los mismos dibujos. Pues les decía que una de las frases de Woody Allen (bendito sea) que más utilizo es la que dice aquello de que «prefiero la ciencia a la religión, entre Dios y el aire acondicionado me quedo con el aire acondicionado». Aunque sólo sea se porque, haciendo mucho menos ruido, da un aire mucho más fresco. Lo único que nos puede permitir salvar estos días y, sobre todo, los que deben de venir, no son los milagros de Santaclós, como nos dicen las películas americanas, sino la investigación, venga de donde venga. El fantasma de las navidades futuras tendrá la sábana que tejamos en estos días, que puede acabar siendo o un mantel o una mortaja.
Es curioso que haya sido precisamente un 27 de diciembre para cuando se ha anunciado la llegada de la vacuna . Este nuevo mesías de la humanidad (que no promete la vida eterna, sino la vida antigua ) coincide en cumpleaños (más o menos, hombre, no nos pongamos tiquismiquis) con Baco, Jesucristo, Mitra y, en general, con los dioses solares. Los que vienen a cambiar el mundo y a traer (por eso nacen junto al solsticio de invierno) la luz después de la larga oscuridad .
Es cuestión de semanas, meses quizá, el comprobar el poder de este nuevo titán. Si fracasa, todos renegaremos de él tres, diez o mil veces y diremos el consabido «ya lo sabía». Esperemos que no sea así y que el año que viene todos podamos salir a la calle a abrazarnos a dos carrillos, a compartir a vaso largo y a reencontrarnos a manos llenas . Creo que después de la dura penitencia, nos lo habremos ganado. De momento, justo es ya reconocerlo, nos ha devuelto el milagro de la esperanza .