La ironía y la cara de tonto

No sé si el alcalde, en su mensaje de que se presentará si la ciudad se lo pide, juega a la ironía o a la resignada literalidad. Igual ni él ni su entorno lo saben

Este martes se celebra el Día Mundial del Agua . Espere, no deje de leer. Le decía que el martes es uno de esos días en que la ONU aprovecha para decirnos que hay que estar pendientes de cosas a las que no ... les prestamos atención. Como esa abuela a la que no se llama o ese amigo al que no se atiende pero con señores encorbatados. Pero no hay un Día Mundial de la Ironía pese a que es de esos recursos, como el agua, que parecen que brotan con profusión casi de cualquier piedra pero que, seamos claros, es un bien escaso. Y suele dejar, a quien la usa mal o a quien la recibe peor, un triste rostro de tonto.

La ironía es un recurso al alcance de pocos. No les diré tampoco que es un signo de inteligencia, ya que ése suele ser el mantra ventajista de quienes la gozan, al contrario que pasa con el dinero. Para mí, triste títere de la literalidad, supone una pátina de respeto y su falta, una abominable bruma de bochorno. Si ya me han leído un poco, u olido al menos, intuirán que a la hora de elegir entre Carnaval y Semana Santa tengo las mismas dudas que -sí, lo voy a escribir otra vez- a la hora de escoger entre Dios y el aire acondicionado. Y me sorprende que pese a que la ironía es el trabajo del primero y la solemnidad el del segundo, no me he encontrado eso cuando he hablado con esa muestra social tan representativa que es mi círculo cercano.

No deja de ser irónico que mientras que a todo lo del Carnaval se le quiera dar una trascendencia que encona cualquier discusión, los cofrades, al menos con los que hablo, se permiten una ligereza e incluso una sorna que, qué quieren que les diga, hace que me lo pueda tomar más en serio. Pocas cosas más sonrojantes que quien te enseña un vídeo de la chirigota del Airón o de la Casapuerta –si vamos a hablar de religión vamos a citar a los dioses mayores– con el rostro severo de quien analiza la piedra Rosetta , o quien habla de las fechas idóneas de la celebración como quien da las instrucciones para extirpar un tumor cerebral.

Les repito que, como buen pazguato, no suelo pillar la ironía. Y por eso no sé si cuando el alcalde repite que volverá a presentarse si la ciudad se lo pide está hablando en broma o serio. No sé si piensa que los gaditanos saldrán con pancartas a la calle o lo dice como el cadista que opina que aún podemos jugar la Champions. Igual ni él ni su entorno lo saben. Pero me cuentan que, con las declaraciones que ha hecho esta semana, a más de un candidato a ser candidato, de entre los suyos y de los ajenos, se le ha quedado, con o sin ironía, cara de tonto.

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