El extra, extra de Mr. Tuit

Igual no es tan mala idea dejar que sea ese nuevo niño que son los algoritmos, los likes y los retuís el que decida qué hay que gritar para que lleguen las noticias

Andrés G. Latorre

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Hay muchas cosas que se han perdido y es una pena. O no, porque el destierro de otras nos ha provocado un gozo en el alma grande. Se ha perdido fumar en oficinas y bares y cantamos alabanzas a Zapatero igual que se perdió la ... mili y a Aznar adoramos, óyenos. Para los que trabajamos en este sector tan maltratado por las crisis (ya sean ecológicas, sanitarias, tecnológicas o del mercurio en los atunes, que a perro flaco todo son nuevas cepas) una de las pérdidas más significativas fue la del niño que vendía los periódicos vociferando las noticias más importantes . Ahora que los medios hemos caído en el yugo del titular artero, de rogar a las redes sociales que le den un aprobado a nuestro trabajo o de buscar las palabras que plazcan a Mr Google , hemos comprendido el valor de que sean los que aman el oficio los que den a conocer las informaciones. Y, bueno, si obviamos el tema de la explotación infantil (es el mercado amigo, no nos paremos en detalles que así no se edifican fortunas andorranas), podríamos retomar esa figura para tratar de dar la importancia exacta a las palabras.

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