Coronavirus de andar por casa

Como con las cosas de la memoria histórica, siempre pensamos que el coronavirus es el otro

Andrés G. Latorre

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Sea quizá porque uno ya ha estado prevenido de desgracias siderales que luego no lo eran tanto que lo del coronavirus me asusta sólo poquito, como cuando veo que baja el Ibex 35 y recuerdo el interés que me dieron mis nulas acciones en el ... último año. Ya me previnieron antes de otros males. Algunos sobre los que tenía cierto control, como el pasar del colegio al instituto, el salir demasiado en la Universidad, escuchar música a demasiado volumen o votar a determinados partidos. Claro que también estaban las bíblicas plagas exógenas como el sida (con su interesada campaña para criminalizar a las víctimas) la gripe A, el SARS o, mi favorito, el efecto 2000. De hecho, todo lo vivido y computerizado desde el 31 de diciembre lo tomo como un regalo que nos han dado los cielos ya que, acuérdense, expertos muy circunspectos (qué buen nombre de ilegal) nos dijeron que todo se iría al garete. Con control o sin él, lo que más me ha fastidiado la vida ha sido lo inesperado, el puñetazo agazapado que irrumpió a gritos.

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