Conguitos y banderas arcoíris

La actualidad nos obliga a posicionarnos, sobre todo en estos días, al lado de quien pensamos que no tiene razón

Muchos años después, ante el pelotón de fusilamiento de los que apuestan por la corrección extrema de costumbres, palabras e ideas, recordé el día en que mi padre me compró mi primera bolsa de conguitos. Ese minúsculo dulce ha sido como el bálsamo de Fierabrás ... para mí, acompañándome cuando estaba triste, edificándome cuando estaba contento y poniéndome perdido cuando, como el amor, iba vestido de blanco. Ahora me quieren convencer de que esos amiguitos, que esconden en lo que parece el desecho de una cabra la más alta repostería, son racistas. En esta batalla, lo siento amigos de los problemas inventados, tengo muy claro mi bando.

Y es que la actualidad semanal, en estos cochinos contubernios del Covid, nos señala culpables a los que, en nuestra batalla interna, nos gustaría salvar. A veces por quienes son ellos y a veces, por quienes tienen en contra. Tal es el caso de los jóvenes que, como en el cuento del flautista de Hamelín, llegaron en la noche de San Juan a la playa de Santa María del Mar atraídos por el son del botellón y el baile jacarandoso que le acompaña . El coronavirus da miedo, pero también lo da ser el pringado que termina Bachillerato sin darse el lote, con o sin cocacola, con el chico o la chica que le guste más. El conejo de la suerte te puede traer un virus o un beso si uno no lleva mascarilla, milagros de adolescencia son. Y antes de que me lo grite usted se lo reconozco yo: lo que hacían era una imprudencia. Pero en ellos estaban mis hijos, mis sobrinos... y yo mismo si hubiera nacido un quintal de años después.

Con el caso del Ayuntamiento de Cádiz y la bandera de quien amor pregona estoy en el otro supuesto . Kichi y compañía se han puesto a correr en el borde de la piscina esperando que alguien les empujara. Y lo ha hecho, precisamente, el más macarra de la urbanización. Y de nuevo les concedo que sí, que las leyes están para cumplirlas y que este gesto tiene más de visibilización del Kichirato que de reivindicación elegetebeicú, pero a veces hay que ver y escuchar qué piensan y cómo actúan determinados colectivos para situarse, aun con las manos en los bolsillos y silbando, junto al bando al que están atacando . Aquí, lo siento, soy inflexible en el cumplimento de la pintada que se grabó en un muro de Pompeya primero y en mi libro de latín después: ‘Quisquis ama valia, peria qui nosci amare; bis tanti peria quisquis amare vota’. La traduccción, que vivan los que aman, se mueran los que no lo hacen y que se mueran dos veces los que prohíben amar. O los que nos quieren quitar, con independencia del color, nuestros conguitos.

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