Carreras de freno en mano

Las consignas para conducirnos en esta crisis son tan coherentes como correr quietos, salir para adentro o alegrarnos sin perder la lágrima

Andrés G. Latorre

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Ha llegado el buen tiempo, así que ya sabe usted, salga a la calle, a las terrazas y los veladores, sea responsable con la economía –la única patria del capitalismo– y pídase una, diez, muchas cervezas con su tapa correspondiente, que no todo va a ... ser beber. Pero sea responsable. No vaya a lanzarse a los bares como si no hubiera un mañana, por los clavos de Cristo, que estamos en pandemia y el virus sigue ahí agazapado. Aunque no se ponga nervioso, alma de cántaro, que la cosa no está tan mal como hace un mes y medio, que la cuarta ola no ha llegado ni a ahogaílla en piscina de bebé porque las medidas han funcionado, pero la tendencia se está revirtiendo y estamos en una meseta que no nos permite cantar victoria porque no se ha acabado con la transmisión comunitaria. Claro que nuestros abuelos están vacunados, ya puede uno ir a verlos y abrazarlos, siempre, claro está, respetando las distancias de seguridad, porque tampoco pueden prescindir de mascarillas porque, aunque ya no contagian, no puede descartarse que transmitan.

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