Cala y el pinchazo del bumerán
Cuando se tiran los bumeranes, uno no sabe, y tampoco le preocupa, a qué cabeza le van a dar, si a un futbolista del Cádiz o a un proceso masivo de vacunación
Tirado en el suelo, con una conmoción en la cabeza y una herida de la que no paraba de manar sangre, el australiano John Pake se preguntaba contrariado, después de probar su último lanzamiento, quién le habría tirado ese bumerán. No se burle, caballero, del ... pobre señor Pake. Hoy en día, sólo tiene que echar un vistazo a las cifras de la población que está rechazando ponerse la vacuna de AstraZeneca para comprobar que el maldito bumerán nos ha dado en plenas napias , en todo el careto, en el ortocentro de la jeta.
Según las cifras que dejan a entrever los políticos (ya sabe, esos que tiran el bumerán y se esconden en el coche oficial para que el chichón se lo lleve el más torpe jugando al pollito inglés) hay zonas donde un 60% de la peña ha dicho nones a que le vacunen con el preparado de esta compañía. Si hace medio siglo ante el «que vienen las anglosuecas» nuestros abuelos sacaban pecho picarones, ahora el grito hace que escondamos el brazo. En el caso de Cádiz, he leído en el tsunami de cifras que nos bate cada mañana que el porcentaje de personas que han bajado los brazos ante la vacuna es del 50% . Los expertos, políticos, opinólogos y gustosos del miedo ajeno se echan ahora las manos a la cabeza en la que, me voy a repetir, sale un caño de sangre que recuerda a los odres rajados por don Alonso Quijano. Bailar con tantas medias medidas y miedos enteros nos ha hecho tropezar a dientes llenos .
Y como en un espectáculo de marionetas en el que se sabe que, de un momento a otro, va a salir el pirata Garganchón a llevarse un coscorrón, sería ahora el momento de hablar de toda la polémica de Juan Cala , su supuesta agresión racista y de cómo cuando se tiran los bumeranes uno no sabe, y tampoco le preocupa, a qué cabeza le van a dar . Lo cierto es que no sé muy bien cómo explicarme, pues podría recurrir a aquello de que la presunción de inocencia es la base sobre la que se asienta el derecho y blablabla. También ponerme exquisito sobre cómo tenemos tan interiorizado aquello de que cuando un legionario pide auxilio, con razón o sin ella, sus compañeros deben ayudarle (a veces legión Condor, a veces, legión Buitre). O en un triple salto mortal, apostarlo todo a que esto es un asunto de fe, un yo sí te creo en que el cada cual ha apostado por una corriente con la ilusión de que le llevara a su orilla y en el que Cala y Diakhaby simplemente pasaban por allí. Si los colores hubieran sido distintos (los de la camiseta, supongo que quiero decir) igual los bandos hubieran cambiado. Aquí también, habrá que ser prudentes cuando tiremos el bumerán. Como las camisas de cuadros, siempre termina por volver.
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