El bufón toma la palabra

Cádiz, que siempre ha pasado por la bufona del idioma, saca pecho y pide celebrar el X Congreso de la Lengua

Andrés G. Latorre

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La figura del bufón es, dentro de las que se muestran en ese cristal deformado que es la historia, una de las que más me inquieta por el pacto de ruptura que ofrece. Los bufones eran figuras grotescas, personas con deformidades (la mayor parte, ... enanos) que en un mundo sin piedad, sin dietas de desplazamientos ni pagas por discapacidad, se hacían un hueco entre los poderosos como un espejo donde los privilegios ya no contaban tanto. Lo interesante de estos personajes (a los que llamaban en nuestro Siglo de Oro sabandijas o, que no se rompan los eufemismos, hombres de placer) era el mecanismo psicológico que utilizaban para obrar su magia. Tú te ríes de mí, deforme, enano, torpe, pobre, vestido a veces como si fuera un muñeco... pero después es mi turno. Y le diré al duque que todos nos reímos de que apenas le queden dientes o a la condesa que tenemos sobradas sospechas de que el hijo que lleva en su vientre no es del conde, que lleva en Nápoles medio año o al rey que... Bueno, siempre ha habido fiscalías para cuando el bufón se pasaba de listo.

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