Aparcar en Marte, aterrizar en Cádiz

Las noticias llegan antes a la NASA desde el planeta rojo que a Cádiz desde los despachos; además, hay más sitio para dejar el coche

Les confesaré que el pasado jueves estuve pegado a la pantalla del ordenador (es un decir, aunque con la de suciedad que tiene podría ser literal) siguiendo el aterrizaje de la Perseverance en el suelo de Marte . Que alguno se pondrá tiquismiquis y dirá ... que amartizó pero a mí, que llevo diez años con el yugo de la hipoteca, esa palabra me da muy mal rollo. Quizá de ahí el nombre porque, con la que está cayendo, amortizar es tan difícil como poner un rover en otro planeta. Pero no me líe usted. Le decía que el jueves escuché con delectación todo el proceso de llegada, narrado con magia radiofónica por las generosas voces de la NASA consciente de que era un hito histórico y un aprisco de alegría en este valle de lágrimas en el que pacemos desde hace un año.

Escuchando esa narración marciana, no hacía sino envidiar, mientras el ingenio robótico posaba sus cariñosas rueditas en el suelo extraterrestre, todo lo que significaba ese momento. Porque mientras en el cuarto planeta desde el sol parecía que las cosas rodaban, en la primera ciudad de occidente seguían embarradas.

Envidié, por ejemplo, que el proyecto hubiera sido capaz de aunar a tantos cerebros de patrias distintas , ora un Víctor de Madrid, ora un Braun de Florida. Aquí, tenemos a la delegada del Gobierno de la Junta y al alcalde reprochándose que si uno no estaba en la noche más caliente o que si la otra le llamó al móvil por lo bien que lo había hecho todo . Ya ven, en Cabo Cañaveral edificando un puente que cruce dos planetas y aquí quejándonos porque la manguera no llega al final del pasillo .

La noticia del aterrizaje (no insista, no voy a decir amartizar en estos tiempos revueltos) no estuvo ausente de miedos, le tengo al corriente. Hubo lo que llamaban los «siete minutos de terror» , en los que no se sabía a ciencia cierta cómo iba a salir todo. Aquí esos siete minutos se han prolongado durante años y no sabemos cómo va a salir lo de Tres Caminos , o si se va a hacer el Museo del Carnaval o si (vaya, el asunto sí que nos tiene quemados) se hará alguna vez el hospital nuevo , antes de que no se pueda tocar el antiguo por ser declarado BIC.

Les envidié que las noticias de lo que estaba pasando en el planeta rojo tardaran once minutos en llegar a la Tierra, cuando aquí nos enteramos de lo que se cuece en los despachos muchos años después, cuando las oficinas cambian el rótulo de la puerta y se hacen limpias en los cajones. Y, sobre todo, me dio ‘corahe’ que, aunque ya ninguno tenga agua, fuera más fácil aparcar en el cráter Jezero que en el barrio de La Laguna .

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