Andalucía, a años luz de Europa

Los andaluces, por una mezcla de conformismo, temor y en no pocos casos falta de análisis, optamos por el «que me quede como estoy». Y así nos va desde hace 40 años. Liderando las listas del paro y a distancia sideral de la Europa más moderna

Susana Díaz y Pedro Sánchez, el domingo pasado en Chiclana Antonio Vázquez

Por una simple cuestión de regeneración, de higiene democrática, lo lógico –y probablemente lo justo– sería que dentro de una semana el gobierno de Andalucía cambiase de manos. A las que fueran. De derechas, de izquierdas o mediopensionistas. Pero a otro partido que no fuese ... el PSOE. Cuarenta años son muchos años. Aquí en Cádiz, hace tres, los socialistas no se cansaron de repetir que hacía falta un cambio tras dos décadas de gobierno del PP. De ‘Teofilato’, decían. Y eso que los populares gozaban de un respaldo mucho mayor, con varias mayorías absolutas consecutivas en las urnas. Pero tenían razón. Veinte años son demasiados. No diremos que es antidemocrático, pero sí va en contra de la lógica, necesaria y siempre beneficiosa alternancia política. Perpetuar en el poder a un mismo partido, y no digamos ya a un mismo individuo, nunca ha traído consecuencias positivas para nadie, salvo para los propios miembros de ese partido o para el individuo en cuestión. Sin embargo, a ninguno de los que lamentaban veinte años de gobierno popular en la capital se le ha oído decir nada sobre el pequeño detalle de que los suyos llevan el doble perpetuados en el poder en Andalucía. Y con bastantes menos apoyos, sobre todo en estos últimos años. El PSOE perdió las elecciones del año 2012, pero un pacto con IU le mantuvo en el poder. Y en las de 2015 le hizo falta otro pacto, esta vez con Ciudadanos, para seguir gobernando.

La clave de por qué la Junta no ha cambiado nunca de manos en la historia de la democracia española realmente es un misterio. Y no es por una sola razón, sino por una suma de muchos factores. Muchos de ellos subjetivos, dependiendo del cristal con el que lo mire cada cual. Pero hay datos que son impepinables. En 2015, de las ocho capitales de la comunidad, el PSOE fue el partido más votado sólo en dos, Huelva y Sevilla._En las otras seis perdió. Sin embargo, en los pequeños municipios, sobre todo rurales, arrasa elección tras elección. Si Donald Trump basó su triunfo electoral en la «América profunda», el PSOE hace lo propio en la «Andalucía profunda». Para explicarlo, lo fácil es recurrir al tópico. El PER. Lluvia de ayudas a los jornaleros para que cobren sin trabajar. Pero es mentira. O al menos no toda la verdad. Como la red clientelar creada con los ERE. Mucha gente ha expoliado esas ayudas destinadas a los desempleados. A muchos han beneficiado ilícitamente. Pero se antoja imposible que sean tantos como para obtener millones de votos.

Quizá la razón tenga más que ver con la propia idiosincrasia del andaluz. O de buena parte de los andaluces, que por una mezcla de conformismo, temor y en no pocos casos falta de análisis, opta por el «que me quede como estoy». Y así nos va. Que nos quedamos como estamos desde hace 40 años. Liderando las listas del paro y a una distancia sideral de la Europa más moderna y desarrollada.

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