Nandi Migueles - ARTÍCULO
Los amantes de Teruel
Ella es de buena madera, noble, dulce, unas veces tierna y otras estridentes
Ésta es la historia de un gran amor. Ésta es la historia que cuenta la historia de una dama y su humilde juglar. Cuentan los más viejos y estudiosos del lugar que la dama recibió sus orígenes populares de un pueblo pequeño de la antigua Roma, aunque muchos eruditos en la materia defiendan que la mayoría de las ramas de su árbol genealógico le sitúa sus umbrales por España. Tiene rasgos mauritanos y un poco de sangre bereber. Esta mezcla la hace ser muy elegante y atractiva, de sangre caliente y numantina, con seis pares como se diría. Ella es de buena madera, noble, dulce, unas veces tierna y otras estridentes. Es preciosa, no puedes lograr estar con ella sin tocarla ni acariciarla, es seductora, tentadora, tanto es así que su boca le crea adicción a cualquiera que la bese. Ella entona canciones suaves y sobresale por encima de todas sus hermanas. Es maravillosa. Es tan mujer.
El juglar sin embargo es de origen árabe recio y duro y un poco más tenaz que su dama. Es orgulloso, elegante también, y dicen que transporta tatuado en su corazón el nombre de su bella señora. Su boca es atrayente y dicen que siempre lleva tallado muy finamente a modo de rosetón, el recuerdo del sabor de los besos de su dama.
Los más rancios de estos lares cuentan que no conocen un amor más puro y verdadero que el de esta pareja. Cuando se juntan no paran de sonreír. Lloran, bailan, saltan y juegan a ser niños de nuevo. Son cómplices en todo, tienen los mismos gustos. A los dos le gusta disfrutar tanto de la música clásica como de la popular, ambos pulsan con su latido el sentir de cada una de ellas. Se les ha visto juntos en torres y miradores, en teatros, en paseos, en templos, en playas, e incluso cruzando puentes y veredas para estar a solas. Relatan que sus besos son únicos. Se divierten con cada momento que viven juntos. A veces hacen duelos a modo de juegos donde dejan boquiabiertos a los que los contemplan. Se arriesgan mucho, no se conforman y quieren cada vez inventar otro salto mortal más, pero se aprietan las clavijas. Son uña y carne, no hay pareja más sólida ni existe mejor comunión que la de ambos. Hacen el amor en cada escenario y la gente los envidian por su gran complicidad y sobre todo porque consiguen un perfecto empaste entre ambos. El juglar por sí solo no es nadie, la necesita, necesita de su agudeza y de la sutileza de su boca para ser feliz. La dama por su parte requiere de su protección, de su cuidado, de sus abrazos y de sus miradas graves y comprometidas. Ella requiere de sus caricias y de sus besos apasionados. El necesita de su finura y delicadeza. No pueden estar el uno sin el otro.
Ella le pide paciencia y que temple bien sus pares. Él le pide respuestas y que trine hacia adelante. A ella todos la desean y quisieran tocarla sin freno, a él lo admiran por su gentileza y salió de manos de un hábil lutier. No se conocían desde siempre pero cuando se encontraron ya supieron que no se separarían nunca. Juntos se hacen uno. Juntos se hacen verbo cuando suenan por tanguillos y les acompañan las guitarras. A ella se le llama bandurria y a él se le conoce por laúd.
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