Pecosete y Pecoseta
Olona sacó un libro de educación sexual para niños. Lo hizo como sacan sus cositas los candidatos en los debates electorales, cual bolsillo de Doraemon. La tele es maravillosa y la gente, muy cutre
Se dice que el baby boom es cosa del verano. Son datos, por lo visto. Sucede que hace más sol y, sobre todo a los hombres, nos sube la vitamina D que da gusto. Supongo que es una de esas tantas cosas que pasaban antes ... y ahora no pasan, como lo de hipotecarse o el salario de cuatro cifras. Con el ventilador de cara y los 40 grados asfixiando desde hace una semana, más vale la ducha fría. Mi casa es una caldera en la donde mejor prevenirse para sobrevivir y dejarse de tonterías. Yo estoy un poco ameba, no te voy a engañar.
Pero, ya ves, la campaña electoral es caprichosa. Se habla como si no fuera junio, casi julio. El meme de moda son las torrijas y lo del sexo, qué fatiga, resulta que ahora coge primera plana. Olona sacó un libro de educación sexual para niños. Lo hizo como sacan sus cositas los candidatos en los debates electorales, cual bolsillo de Doraemon. La tele es maravillosa y la gente, muy cutre. Con el dichoso librito en mano empezó con este argumento manido de que enseñar a los críos qué pasa con su cuerpo es cosa de pervertidos. Un tabú, vaya. Hay quien dice que solo así les pone el asunto. Fíjate, yo estoy dando rodeos para hablar del tema. Probablemente porque nos cuesta hablar del tema. Y, sin embargo, lo inunda todo.
A menudo es la mirada sucia la que ensucia el sexo. Cuando yo era niño recuerdo que a todos nos hacía mucha gracia cuando se nombraban los genitales. Pene, vagina. En mi cole en los libros de texto todo te lo explicaban un niño y una niña, Pecosete y Pecoseta, y ahí estábamos todos, partiéndonos de risa en la lección de biología. En el fondo todo tiene que ver con lo mismo, se trata de vergüenza. De miedo. De vulnerabilidad. Y como siempre ocurre con sustantivos como estos, existen reversos oscuros que poco tienen que ver con la inocencia.
Yo parto de la idea de que Olona solo quiso soltar la barbaridad de turno que le toca cada vez que habla. Lo que quiere es que gente como yo hablemos del tema. Y mira que apetece poco meterse en el fregao, pero menos me apetece que comparen a profesores con pederastas en un parque.
Cuando eres un niño puede ser difícil diferenciar a uno de otro, claro está. Todos son adultos. Que el que está entregado a que conozcas el mundo lo suficiente como para enfrentarse solo a él te explique que el otro quiere hacerte daño es, evidentemente, positivo. Yo he tenido suerte y no he vivido ni preguntas incómodas en un confesionario, ni mucho menos familiares que se aprovecharan de mi cuando todavía era más que vulnerable pero, como igual te pasa a ti, tengo amigos que sí. Y es jodido. Muy jodido vivir con eso toda tu vida.
Quienes defienden que la educación sexual ha de impartirse en las familias saben que están haciendo trampas al solitario. Vivimos en un país que está muy lejos de naturalizar ese tipo de conversaciones. Menos aún en el ámbito familiar. Es más, en los tiempos que corren, todo lo que no se explique en el colegio, un niño lo encuentra en la pantalla. Que es la selva, prácticamente. Te salen anuncios porno hasta buscando películas pirata, por ponerte un caso.
Y no, desde luego que hablar de la masturbación así a las bravas no se puede, pero para eso hay pedagogos, especialistas, másteres y lo que tú quieras para adaptar a ellos el lenguaje y que no suponga violencia alguna. Todo lo contrario. El conocimiento es poder. Te hace independiente, comprensivo, empático. Para mí al menos esa es la máxima que debería regir cualquier proyecto educativo. Otra cosa es que esto haya quien no se lo crea. Y en el fondo así nos va. Que llevamos dos semanas de campaña, va a llegar el domingo y lo más relevante han sido las torrijas. Puag.