Una alternativa necesaria
Aunque la plantilla de Navantia tiene reticencias, los proyectos eólicos se muestran rentables
Los contratos ya ejecutados, o en espera de confirmación, que Iberdrola ha conseguido poner en pie en parques eólicos marinos tan impresionantes como los que existen en el mar del Norte o en el Báltico abren la puerta a toda la industria de la Bahía ... para suministrar buena parte del material necesario en un mercado revolucionario en todos los sentidos, en el económico y en el ecológico. Hablamos de campos con cientos molinos eólicos de última generación en áreas que ocupan más de 300 kilómetros cuadrados. Que la industria naval, la ingeniería con sede en la Bahía de Cádiz, sea capaz de producir y enviar partes de las plataformas eólicas que funcionarán en aguas atlánticas debe suponer, sin añadir más datos, un motivo de orgullo y un sello de prestigio que coloca a este sector en la vanguardia europea. Si no lo estuviera, no le encargarían ese tipo de trabajos.
El silogismo resulta bastante simple. El hecho de que gigantes como Iberdrola le adjudiquen a Navantia gigantescos transformadores eléctricos y las enormes estructuras que los sostienen forman la mejor campaña publicitaria para las empresas que trabajan en esta parte del mundo, es el mejor discurso sobre su capacidad y su potencial. No hay mejor forma de favorecer que este tipo de inversiones (de cientos de millones de euros) vuelvan a crear trabajo y progreso en una comarca sedienta de industria, de realidades laborales. Son encargos que mueven cientos de miles de horas de trabajo directo, con momentos en los que han trabajado 500 personas a la vez.
Esa es la parte económica, porque en la ecológica, destacan los kilovatios de energía limpia capaces de cubrir las necesidades eléctricas de casi 350.000 hogares. El parque eólico marino que puede servir de referencia es capaz de impulsar 350 kilovatios gracias a 70 aerogeneradores, lo que evita la emisión a la atmósfera de alrededor de 600.000 toneladas de dióxido de carbono al año.
Estos tremendos proyectos de alma gaditana no sólo son vanguardia técnica e industrial, suponen ese avance ecológico que podría convertirse en una esperanza para sociedades y territorios lastrados por la contaminación y el desgaste de los combustibles fósiles. Los contratos con Iberdrola cimentan la diversificación del negocio de Navantia. A la construcción de buques se suma la de este tipo de gigantes. Ya han nacido varios en la Bahía. Es otra línea de negocio. Sumadas todas esas patas, la robustez y resistencia del sector serán mayores.