OPINIÓN
Almadrabas maltratadas
La temporada de atún rojo comienza con el eterno debate de las cuotas sin resolver
Durante la deslumbrante mañana de ayer comenzó en la provincia un ritual milenario. Es una de sus señas de identidad, asociada de forma íntima a un símbolo de su mar y su cocina, de su cultura: el atún rojo. Las legendarias almadrabas empiezan a organizar ... la lucha, casi de igual a igual, entre el pez supremo y los pescadores metidos en el mar. Es una forma de pesca que, además de espectacular, respeta como ninguna otra los ciclos naturales, la reproducción de la especie, sus hábitos de migración . Ninguna otra es capaz de respetar tanto al animal, de cuidar su carne de forma tan exquisita que llega a la mesa con unas garantías que ninguna otra técnica aporta. Sin embargo, aquí también pagan justos y pescadores por las malas artes de algunos desahogados. Grandes emporios pesqueros internacionales utilizan todo tipo de tecnología, desde helicópteros a sondas, para practicar la pesca masiva e indiscriminada, la que sí amenaza la especie, la que esquilma los mares.
Para tratar de combatir ese atentado ecológico, la Unión Europea siempre ha cometido la torpeza de aplicar tabla rasa. Limita la actividad de todos. Hace apenas cuatro años ha comenzado a rectificar. Vuelve a abrir la mano a las almadrabas, aunque demasiado lentamente. Ahora es el Gobierno el que trata de jugar con las limitaciones europeas pero con otros intereses. El sector afronta este año otra campaña dura en la parsimoniosa recuperación de cuota –el incremento llega en este 2019 a las 1.340 toneladas – y la única opción de mejorarla es alquilar derechos a otras pesquerías. Desde hace unas pocas temporadas, las cofradías de Cantabria y el País Vasco vienen ‘cediendo’ atunes a las almadrabas gaditanas a precios astronómicos. Las almadrabas gaditanas, también acosadas por los sinvergüenzas que estafan en la distribución, tendrán que pescarlos si no quieren arriesgarse a perderlos. En muchos casos, las toneladas que se marchan desde la costa gaditana hasta cualquier otro lugar de España lo hace por una insospechada motivación política.
Resulta que Cantabria, o País Vasco, o Canarias –según el año del que se hable– tienen diputados cuyos votos valen bastante en el incierto Congreso. Esa es la clave y no la ecológica, la económica, la gastronómica ni la cultural. Por ese oscuro objeto del deseo, vuelven a perder las almadrabas.