El Apunte
Alguien hace el ridículo con formica
Mientras el Ayuntamiento de Cádiz retiró su busto y la tachó de franquista, el de Madrid le dedica una calle
La política de impulsos tiene contradicciones. La que se realiza con una presunta base historicista, cimentada por prejuicios, mitología o rencores antiguos tiene un alto riesgo de caer en el ridículo. El Ayuntamiento de Cádiz, en su nueva etapa, ha dado varias muestras de este peligro. Sobre todo porque ha basado su inexistente gestión en una serie de símbolos, poses y gestos que suponen más ruido que hechos. Uno de estos tics, cercanos a lo autoritario que tanto dicen detestar, fue la retirada del busto de Mercedes Formica, abogada y escritora nacida en Cádiz y que defendió los derechos de las mujeres durante la etapa franquista. El Ayuntamiento de Cádiz, encabezado por la concejala Ana Camelo, consideró que pesaba más un presunto colaboracionismo con el régimen franquista que su trabajo en favor de la igualdad entre géneros. Así que hizo desaparecer su imagen. Unos meses después, el Ayuntamiento de Madrid, de un signo político similar al gaditano y presidido por la idolatrada alcaldesa Manuela Carmena, ha decidido darle un homenaje a la misma mujer que en la capital gaditana quedaba defenestrada. La administración local madrileña ha aceptado la propuesta del Comisionado de la Memoria Histórica para el cambio de denominación de una serie de calles de la capital madrileña. Entre ellas se encuentra la calle de los Caídos en la División Azul, para la que se propone el nuevo nombre de Mercedes Formica, porque considera que es digna de reconocimiento y recuerdo, de rehabilitación histórica.
Una gaditana ha pasado a ser alguien que ocultar en su ciudad natal en octubre a ser una mujer ejemplar que debe ser recordada y honrada en Madrid, apenas ocho meses después.
Mientras que Podemos en Cádiz la definía como una mujer «fiel a la obra de Franco», en Madrid la tienen por una luchador que trabajó y sufrió por mejorar las pésimas condiciones sociales de las mujeres de su época. Es un contraste demasiado grande. Una de las dos partes hace un ridículo espantoso. O el abnegado nuevo Ayuntamiento de Cádiz o el idolatrado nuevo Ayuntamiento de Madrid. Es lo que sucede cuando se trabaja por impulsos que pretenden presentarse como hechos históricos.
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