Un alcalde bloqueado

El alcalde de Cádiz cumplió ayer por primera vez con el ritual del desayuno navideño con los medios de comunicación. Se supone que sería un desayuno laico. Tendría pestiños y polvorones pero laico. Lo que no faltó es el tradicional balance del año y la lista de los deseos para el próximo. Eso del calendario parece ajeno a las religiones y creencias. El año que queda atrás, para José María González y Podemos, resulta, sencillamente, histórico. Lograron el poder municipal en el mes de junio gracias a un asombroso estreno electoral que recaudó 18.000 votos y con la complicidad del PSOE. Los socialistas quedaron atrapados –como ahora a escala nacional– entre suicidarse al darle la mano al PP o asfixiarse abrazando a Podemos. Eligieron lo segundo en Cádiz.

Ahora asumen las consecuencias, negativas en cualquier elección por falta de respaldo en las urnas. La aparición podemista y la omisión socialista han creado un panorama de parálisis y bloqueo. El alcalde, como corresponde a fechas de buenos deseos, confió en que «el diálogo» se imponga aunque ha faltado hasta ahora. Aseguró que este 2016 debe de ser el año del «afianzamiento» de su partido. Pero falta saber qué quiere afianzar porque hasta ahora, la torpeza administrativa, los bandazos, los gestos vacíos y los reveses en el Pleno han sido los únicos sellos de la política del nuevo gobierno muncicipal. Confía en que febrero sea el mes en que los presupuestos muncipales de 2016 estén aprobados. Ayer quedó fijado como el principal reto que se han fijado José María González y su equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Cádiz en el inicio del nuevo año. Un objetivo ambicioso y que no será fácil de conseguir viendo como se han venido desarrollando las relaciones con el resto de partidos para llegar al consenso en temas de mucho menor peso.