El alcalde que abandona a la gente

El Ayuntamiento de Cádiz, su nuevo gobierno, tiene tanto apego por las palabras como alergia a los hechos. Ni un mes ha pasado desde que el alcalde reuniera a una veintena de asociaciones vecinales que se quejaban de abandono e incomunicación, de que no les hacían ni caso y sus problemas crecían o, al menos, seguían ahí. Con el boato y la pompa que acostumbra, el alcalde y varios de sus concejales abrieron el Salón de Plenos para dar a entender a los vecinos que estaban en su casa, que iban a ser escuchados. Pero ahí quedó todo, en las palabras, en los gestos, en la escenografía. Apenas un mes después, los colectivos vecinales dicen que nada se sabe de lo hablado, que ninguna gestión ha avanzado. Parecían haber sellado calendarios de reuniones y actuaciones prioritarias pero cinco semanas después, nada de nada. «Papel mojado», aseguran los portavoces vecinales. Para colmo de incoherencia, cuando reclaman los encuentros anunciados, los concejales les dicen que «buscarán hueco en febrero o marzo». Esa frase, con toda su inconcreción, define muy bien las prioridades del Gobierno local, el respeto hacia las asociaciones de vecinos. Además de la desconsideración, que tiene una gran carga simbólica, las demandas vecinales siguen sin respuesta. Las calles, las plazas, los servicios, las necesidades de algunas familias siguen sin llegar al Ayuntamiento de Cádiz, ese que se llena la boca con la palabra ‘gente’ cada vez que uno de sus concejales da un discurso. Uno de los portavoces de los colectivos vecinales resumía ayer la peor consecuencia de este desencuentro, de este inexplicable desdén: «Cada día vemos que está todo atrasado, no se hacen obras, cada vez hay más suciedad en los jardines, en las plazoletas, está la ciudad descuidada. Le pedimos al alcalde que se deje de viajar y se dedique a las cosas que tiene pendientes en la ciudad». Así habla la calle, así habla la gente.