ANIVERSARIO DE LOLA FLORES
La bomba «Gitana»
No ha habido en España nadie que represente la explosión racial como Lola Flores
En su moreno natal, que para eso nació en la calle Sol, barrio de San Miguel, plazuela de los jereles, Lola juntó el mosto de la Palma del Condado, cuna de su padre, con la manzanilla de Sanlúcar, edén de su madre. Y salió el ... palo cortado. El vino que no se hace, que sucede. El milagro de las botas jerezanas de vino blanco que, por arte de birlibirloque, se trasmuta en vino de bronce. Ella cambió su sangre de uva nevada por un corazón trigueño porque tenía dentro un velo de flores gitanas. Levadura de bulería. Lola tenía la cara aceitunada por tres razones: porque su madre la parió en el Sol de Jerez, a la vera del tabanco donde empezó a trinar Antonio Chacón y luego se emborrachó Juan Mojama; porque las estrellas se ennegrecen con sus propias llamas y ella siempre fue la niña de fuego; y porque luego parió tres gitanos hechos a bordonazos con la bajañí del Pescaílla. Por eso no ha habido en España nadie que represente la explosión racial como ella. Se comió a Manolo Caracol con los ojos en Zambra, se salió de las paredes encaladas de los cines de verano para asustar a las salamanquesas que atravesaban su baile, se proclamó Faraona del imperio de las noches largas, rompió a pellizcos la danza fina de Realito, dio a decenas de enamoradizos su limosna de amores, fue la zarzamora de la pena y un potro ‘desbocao’ de alegría, torbellino de colores, y sobre todo ‘salvaora’ del fundamento jondo, de la verdadera pureza: el arte no es poder, es saber. A ver cómo me las maravillaría yo para definir a Lola Flores 25 años después de su silencio. Me acojo a su propio evangelio. «Esta es la bomba gitana, tron, tron. ¿Que quién tiró la bomba?» Pasa el tiempo, con el tictac siempre por tanguillos, en cuyo compás ella inventó el rap calé, pero no pasa el peligro. Todo el mundo sabe que la bomba que nos estalla por dentro la puso Morena Clara, la Lola de España. Una revolución que, como el palo cortado que se broncea por dentro, no se hizo: sucedió.