El Apunte
El ajuste de cuentas llega al Carnaval
La oposición frena un intento del gobierno local de hacerse con el control de la organización de la fiesta
El Carnaval, al menos en la notable porción que corresponde al Concurso del Falla, es una obsesión para el nuevo gobierno municipal. Quizás por la notable trayectoria como comparsista del alcalde, quizás por contar con ciertos apoyos en el colectivo de las agrupaciones que concursas -incluso apoyan su cruzada contra «el hambre» en Cádiz-, la cosa es que el ejecutivo local ha insistido en varias ocasiones en hacerse con el control de la fiesta mayor de la ciudad. Por simbólica y reconocida que sea, por eco que tenga, no deja de ser una fiesta, una celebración, ocio, tradición y artesanía. Es decir, dista de ser una prioridad vital de cualquier gestión sensata. Aún así, en tan sólo un año con el bastón de mando, ha tratado de hacerse varias veces, con insistencia y perseverancia, con el mando de la organización de la fiesta. Que sea un espectáculo y un punto de encuentro para miles de aficionados, gaditanos y de la provincia, de Andalucía o de cualquier lugar no le frena. Podemos quiere que sea el Carnaval que ellos quieren aunque siempre suplanten su voluntad como la de «la gente», «el pueblo» o «los que hacen la fiesta».
Ayer se produjo el último y mayor caso de interferencia en la organización del Carnaval. El equipo de gobierno llevó a una reunión un plan para reformar el Patronato del Concurso (su organización ejecutiva). En esa propuesta, la base es expulsar a todos los colectivos presentes para volver a dejarles entrar, o no, acompañados de algunos nuevos, todos ideológicamente afines. Esta modificación precisa de unanimidad municipal, deben respaldarla todos los partidos sin excepción (para evitar la manipulación política, precisamente) y todos los demás partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) se opusieron a esta tropelía. El nuevo gobierno local pretende renovar una organización del Carnaval con «sus amigos», según palabras de la oposición, con partidarios y fieles pero no con todos los integrantes, colectivos y creadores de la fiesta. Lo peor es que el Concurso del Falla, la fiesta en general, funciona con gran éxito y se trata de cambiarla, como todo, por un presunto ajuste de cuentas con un pasado que siempre les parece corrupto y viciado, sin excepciones.
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