Volvemos a las urnas por Andalucia
El candidato del Partido Popular es el favorito en todas las quinielas, hasta para el CIS, frente a un PSOE de Juan Espadas falto de carisma y de credibilidad ante los andaluces y andaluzas
De nuevo este domingo estamos llamados a las urnas. Esta vez, para renovar o no la confianza en nuestros dirigente en la Junta de Andalucía. Tras casi cuatro años desde que realizara el pacto del Partido Popular con Ciudadanos para arrebatarle el poder a los ... socialistas, después de cuarenta años de hegemonía socialista en San Telmo, nos vuelven a citar a las urnas para ver quién será el encargado de dirigir nuestros designios políticos durante el próximo mandato.
Esta vez, las circunstancias han dado un vuelco para el Partido Popular. Si hace cuatro años Juanma Moreno no partía como el favorito frente a una Susana Díaz aún con algo de poder en nuestra Comunidad, hoy es al contrario. El candidato del Partido Popular es el favorito en todas las quinielas, hasta para el CIS, frente a un PSOE de Juan Espadas falto de carisma y de credibilidad ante los andaluces y andaluzas, quienes no hemos olvidado aún las condenas de sus dirigentes y las sentencias dando como hechos probados el gasto en prostíbulos y sustancias psicotrópicas de las partidas que debían de ir destinadas a los parados andaluces.
El PSOE está pagando aún los chiringuitos que sus antecesores, y de algunos que todavia pululan por esas siglas, montaron aprovechándose del poder. Es curioso cómo el candidato no ha sacado en toda la campaña la palabra ‘corrupción’ y no piensen que es por no querer embarrar el debate. No, no es por eso, sino porque Espadas tiene en su casa un asunto de corrupción que no huele muy bien y que afecta a un familiar suyo directo. Es por eso por lo que no quiere hablar de ese tema, por temor a que, como se suele decir, le den una bofetada sin más sacando el asunto de su mujer.
Mientras, el resto de las izquierdas siguen peleándose entre ellos, creando partidos al ritmo que salen los champiñones en invierno después de una buena tormenta. Y así seguirán, porque son incapaces de ponerse de acuerdo para ir juntos porque cada uno tiene que ser más de izquierda que el otro, porque cada uno se cree con más derecho para hablar en nombre de los obreros, porque todos se creen los más verdes, inclusivos, feministas, luchadores por los derechos de homosexuales, lesbianas y demás grupos… pero en el fondo lo único que hacen es pelearse entre ellos y no dar un palo al agua porque son incapaces de dialogar si no es llevando la razón.
Ciudadanos está viendo cómo su fuerza ha desaparecido y lo único que le queda es ser el partido muleta que le dé la mayoría absoluta al PP sin necesidad de que estos tengan que pactar con un Vox que se cree que son los que mandan. La verdad es que la coalición que ahora termina con Ciudadanos ha sido beneficiosa para Andalucía, se ha conseguido una estabilidad y un consenso que ha llevado a la Comunidad a dejar atrás el feudalismo socialista y avanzar hasta ser la tercera Comunidad Autónoma de España.
Mientras, Macarena Olona, pese al cambio de imagen del último debate para suavizarla, sigue viéndose como una candidata prepotente, que ofrece a Moreno ser su vicepresidente cuando las encuestas lo dan a él como ganador por goleada y que en un debate sobre las propuestas para gobernar se enreda en torrijas, tanquetas, masturbaciones y comidas del Kichi, sin proponer nada más allá que seguir buscando la confrontación con la extrema izquierda para justificar la existencia de su partido.