La turismofobia gaditana

Por el camino iba con la cámara en la mano y todo ha ido bien. Sacando algunas fotos curiosas del paisaje playero y disfrutando de la brisa marina, hasta que llegue al Pópulo. Ahí, me crucé por la calle con dos ‘maris’, perdón por el término pero para mí por lo sucedido no tienen otro calificativo, que iban andando y, por lo que pude oír, criticando la afluencia de personas a las playas .

Al adelantarlas, pude observar como una me miró la cámara mientras yo observaba por si veía alguna foto curiosa. En ese momento, al pensar que yo era de más allá de Cortadura, esa misma elevó el tono de voz y comenzó a criticar a los turistas por venir a la ciudad y usar las playas que pagan los gaditanos. Siguió insultando a los madrileños por traer el virus a la ciudad y, para finalizar, se «ha defecado en los fallecidos» de los fachas, hay que decir que llevo una pulsera de la bandera de España en la misma mano que llevo la cámara y a mucha honra. Cuando me han vuelto a sobrepasar ha bajado el tono de voz para seguir hablando con la amiga. Ella, después de su valiente acto, se habrá ido satisfecha por «defender» a su ciudad de la invasión bárbara del guiri de interior. Yo he sentido pena y vergüenza de algunos de mis conciudadanos.

Lo que me parece que es de no tener dos dedos de cabeza es que una ciudad como es Cádiz, que no tiene mucho de donde tirar para la economía de la ciudad, muchos de sus habitantes rezumen tanto odio al turista. Algunos todavía se creen que aquí podemos vivir de la construcción de barcos pero hay que recordar que tanto la reconversión industrial del PSOE en su día, como ahora Podemos en su deseo de no construir barcos de guerra, han dejado a nuestros astilleros en una situación ruinosa y para nada capaz de sostener la economía de la ciudad. Cádiz está abocada a entenderse con el turista, siempre dentro de los limites de la convivencia pacífica y sin darles privilegios, porque es nuestro futuro. Y aunque no sea el único, no nos engañemos, es el mayor valor de la ciudad para poder seguir dandole de comer a la población.

Me da pena ver como para esta mujer, y muchos como ella, es más fácil criticar al turista que viene a la ciudad a visitarla y dejar su dinero que a la administración local que en su dejadez tiene a la ciudad abandonada de la mano de Dios. Una dejadez que en cinco años la ha hecho inhabitable no solo para el que viene de fuera, sino para el mismo gaditano, que ve como su ciudad se deteriora a pasos agigantados mientras algunos ven al turista como el único enemigo.

Después, esos mismos, que critican al que viene de fuera, se rasgan las vestiduras cuando en el muelle los autobuses esperan a los cruceristas para llevarlos a Jerez o a Sevilla.

Si yo, que soy de aquí, he sentido ganas de irme que no sentirá un visitante…