Se les rompió el amor

Dicen las malas lenguas que la relación entre el Kichi y Martín Vila se ha enfriado

Dicen las malas lenguas que la relación entre el Kichi y Martín Vila se ha enfriado. Que ya ni se escriben, ni se hablan, que se les rompió el amor de tanto gobernar… y yo no creo que sea eso. Seguro que solo es un ... mal entendido entre ellos. Seguro que el amor volverá a florecer en la próxima legislatura si fuera necesario entre ambas formaciones políticas por el bien de sus intereses políticos… y personales.

Hablan esas lenguas de doble filo que la gota que ha colmado el vaso ha sido el texto de los presupuestos de la ciudad. Según la formación de minoritaria en el equipo de gobierno, se les ha ninguneado a la hora de redactarla y ni siquiera se les ha preguntado su opinión. No creo que yo que nuestro Kichi, con lo democrático que es y lo que le gusta (o gustaba) un circulo ciudadano para poner en común sus ideas sea capaz de sacar un texto sin consultarlo con sus camaradas.

Por otro lado, Martín Vila es incapaz de imponer su voluntad sobre cualquiera. Él es todo consenso y si hace falta da su brazo a torcer, todo por el bien de la ciudad. Y si no, que se lo pregunten a los vecinos de la calle Marianista Cubillo…

Ironías aparte, así es como funcionan los dos partidos que gobiernan la ciudad de Cádiz, tirándose los trastos a la cabeza. Mientras que uno ningunea a la oposición e incluso a sus compañeros de gobierno, los otros sacan las vergüenzas a la luz pública y siendo minoría pretenden gobernar la ciudad como un gobierno local paralelo.

La realidad no puede ser peor para Cádiz y para sus ciudadanos porque, al final, los que pagamos estos desencuentros somos los ciudadanos de a pie, que vemos cómo, de una forma o de otra, los trastos que se tiran terminan sobre nosotros.

Kichi y Martín Vila, Martín Vila y Kichi, tanto montan, montan tanto. Son incapaces de ponerse de acuerdo para gobernar la ciudad. Les puede el espíritu comunista que los posee y no saben lo que es sentarse a negociar, a hablar, a gestionar. Ya ni siquiera disimulan a la hora de pelearse y de echarse los trapos sucios a la cara y de esta forma pretenden seguir gobernando una ciudad que se encuentra de la mano de Dios, en este caso de Lenin, y que no puede pararse porque haya un choque de testosterona entre los máximos dirigentes de los dos partidos de la coalición comunista.

La realidad es que, si dicho ninguneo es cierto, lo que deberían de hacer los concejales de Izquierda Unida es abandonar sus puestos y salir del gobierno de la ciudad, pero eso es pedirle demasiado a quienes saben que cuando salgan del poder volverán a ser ciudadanos desconocidos en una ciudad que no guardará un grato recuerdo de lo que han hecho por los gaditanos desde el gobierno local, que no ha sido más que dividirnos, echarnos a pelear y destrozar una ciudad que funcionaba. Y que tendrán que volver a sus trabajos originarios y donde quizás no sean bien recibidos por los que ellos llamaban compañeros y a los que han dejado tirados cuando tocaron el poder.

Pero quizás todo no sea más que una maniobra para las elecciones que están a la vuelta de la esquina y a la que pretendan acceder de forma separada para no molestar a su electorado, quien sabe…

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