Uno, una, une para todos, todas, todes

Con ese engendro lingüístico de querer poner una ‘e’ para hacer que los sustantivos representen a todos lo único que demuestra es su escaso nivel cultural y educativo

Uno, una, une para todos, todas, todes y todos, todas, todes para uno, una, une», debería de haber escrito Alejandro Dumas si hubiera publicado su obra de ‘Los Tres Mosqueteros’ en estos días para evitar ofender los sentimientos de algún mosquetero que no tuviera clara ... su identidad sexual o de nuestra ministra de ‘Igual-da’.

Dicha ministra, la que preside un Ministerio que no ha propuesto ni una ley en todo lo que llevamos de mandato, se desmarcó el pasado fin de semana con un discurso integrador, según los podemitas, pero de lo más inculto para los que entienden de la lengua española. Con ese engendro lingüístico de querer poner una ‘e’ para hacer que los sustantivos representen a todos lo único que demuestra es su escaso nivel cultural y educativo.

Irene es la clara representación de que en este país no se necesitan estudios para ocupar puestos de relevancia. Basta con tener los contactos precisos, el estar en el momento oportuno o, porque no, ser la pareja del ‘macho alfa’ de turno que te coloca en un puestecito para que sigas diciendo pamplinas con las que tener entretenidos a los que, como ellos, carecen del mínimo conocimiento, ya no solo de política o de sociedad, sino cultural o educativo.

Las pamplinas con las que estos podemitas o ‘comunistas de salón’ nos bombardean diariamente son inagotables pero a la vez más agotadoras. Con ésta prostitución de la lengua castellana no pretenden la integración de aquellas personas que –no estando contentas con su sexo, ya pertenecen bien físicamente o mentalmente a uno de los dos existentes, lo demás son tonterías porque o se es hombre o se es mujer– sino destruir nuestro país.

Están utilizando en vía inversa lo que hacia aquellos romanos antiguos con el Latín. Estos cuando conquistaban un territorio imponían su lengua a los habitantes sometidos. De esta forma creaban una sensación de pertenencia entre esos nuevos miembros del imperio. Así tenían la sensación de formar parte del nuevo país.

Estos ‘creadores del nuevo idioma’ lo que pretenden es lo contrario. Crear entre todos los españoles discrepancias a la hora de utilizar estas nuevas terminologías, que para nada son admitidas por la Real Academia de la Lengua Española, para crear una sensación de ruptura entre los españoles, sin necesidad de decir ‘españolas’ al ir incluidas en ese neutro masculino. Con esto siguen su hoja de ruta de dividir a los españoles, ya que quien no hable como ellos establecen serán unos fascistas, y seguir sacando beneficios para poder continuar pagando hipotecas de grandes pisos y chalets, seguir engordando sus libretas bancarias y continuar asistiendo a pasarelas de moda y salir en las portadas de las revistas de moda, como hace esa casta a la que ya pertenece Irene Montero por meritos propios.

Es curioso que estos salvadores de la lengua se preocupen tanto por nuestros chicos y chicas cuando son los cheques que cobran a final de mes lo que de verdad les interesa. Si pudiera decirle algo a la ministra lo que le diría es que se deje de crear palabras inexistentes, de llamar a Tele Cinco o de poner tuits que no llevan a nada y se dedique a trabajar. Que se ponga el mono de trabajo, aunque sea de Dior, y baje a la tierra, a esa España real donde, por días de la pandemia que pasan, existen más problemas reales de desigualdad.

Lo dicho, un tonto, tonta, tonte más en España y se cae al agua…

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