Han matado a Samuel
Sufrió la ira incontrolada de un grupo de jóvenes que se enfrentaron a él, como cobardes hienas llenas de odio, golpeándolo hasta acabar con su vida
Han matado a Samuel en La Coruña. Un chaval en el inicio de su vida. Quienes lo conocían dicen de él que era alegre, trabajador y preocupado por los necesitados, al punto de que era trabajador de la Cruz Roja. Samuel sufrió la ira incontrolada ... de un grupo de jóvenes que se enfrentaron a él, como cobardes hienas llenas de odio, golpeándolo hasta acabar con su vida. Samuel es otra víctima de esos valientes que se creen más que nadie por ir en grupo, en manada, pero que en el cara a cara no son capaces de levantar la vista del suelo.
Han matado a Samuel y hay quienes dicen que por su condición sexual, otros dicen que por el simple hecho de estar haciendo una video llamada, pensando el asesino que lo estaba grabando. Da igual el motivo, da igual si es por intolerancia sexual o por la intolerancia a secas del asesino que se cruzó con él. El resultado es que una vida se ha visto sesgada por la intolerancia sin apellidos de aquellos que se creen con la autoridad de administrar su justicia por la calle, con el poder de decidir lo que les gusta o no y decidir quién tiene derecho a vivir o a morir.
Han matado a Samuel porque estamos en una época en la que la crispación está a la orden del día. Cualquier discusión, cualquier pelea, cualquier palabra más alta que otra puede terminar con el derramamiento de sangre de alguno, o de todos, los implicados. Y esto es el resultado de un terrible desprecio hacia la vida humana que impregna a nuestra sociedad. No se valora al de enfrente, no se tiene la más mínima empatía por la vida humana de nuestros iguales. Todo se soluciona con un «te voy a matar», cumpliéndose la amenaza en muchas ocasiones.
Hemos convertido como algo habitual el ver noticias en las que una pelea que ha comenzado por el motivo más irrisorio ha terminado con la muerte de alguno de los implicados. Esto se ha apoderado tanto de nuestra juventud que en muchas ocasiones hay grupos que se conjuran en sus salidas nocturnas para apalear a otros jóvenes, sin mirar el porqué ni el resultado de dichas agresiones. Se creen que así son más machos, más valientes y lo que no se dan cuentan es que son una lacra de nuestra sociedad.
Han matado a Samuel y su padre ha pedido que no haya banderas en las manifestaciones por su hijo, que no haya políticos que quieran aprovechar su muerte para sacar rédito electoral pero qué sabrá este hombre, habrá pensado alguno en la izquierda. Nosotros no somos hijos de nuestros padres, nuestros hijos no son nuestros sino del Estado, como dijo la ministra Celaá. Y si hay que aprovechar por parte del Gobierno la muerte de Samuel, pues se usa. Así lo ha entendido la ministra de ‘igual-da’, Irene Montero, y sus adláteres lanzándose como buitres para hacer campaña con la muerte de Samuel.
Han matado a Samuel y si la agresión fue como resultado de la condición sexual de la víctima o no es cuestión de la policía el esclarecerlo y, en su caso, aplicarle las normas que haya en nuestro ordenamiento jurídico. Pero el resultado, por desgracia, es el mismo, una vida humana ha sido cortada de raíz por el odio de unas personas incapaces de vivir en sociedad.
Han matado a Samuel y eso es lo único que nos debe de importar.
Descanse en paz.