Juan Carlos, baja aunque sea en pijama
Se te echa de menos tanto para lo bueno como para lo malo.
Quién me iba a decir, Juan Carlos, que te iba a echar tanto de menos en el concurso. Tú, que tanta caña nos dabas a los que pensábamos distinto a ti política o religiosamente, no dejabas indiferente a nadie. Siempre escribiste desde tu creencia, desde ... la coherencia de plasmar en tus letras tus pensamientos y tus actos, y es que a ti nunca te hizo falta declararte ni insumiso ni sumiso a nada, ni de los poderes públicos ni de las que considerabas falsas creencias, para saber cuáles eran tus pensamientos. Tú siempre defendiste fuera de las tablas del Falla lo que cantabas en las mismas, siempre fuiste el defensor del currelante, luego no te ibas a comer al restaurante de un cocinero con estrellas Michelin con un precio por cubierto impensable para un obrero. Eso no iba contigo, Juan Carlos. Tú, como la mujer del César, no solo parecías de izquierdas sino que lo eras, permítaseme la comparación con el dicho popular.
Que no busquemos herederos en la que era tu comparsa, nos dicen, y que verdad más grande. Tú que nunca te cortaste a la hora de criticar a quien fuera necesario, que nunca te importó quien fuera objeto de tu pluma no puedes tener de heredero a alguien que públicamente ha reconocido la auto censura política en sus letras por no estar bien visto criticar a la izquierda, radical o no, de nuestra ciudad. Estoy seguro, Juan Carlos, que viendo cómo está la ciudad, viendo como los que venían alzando el puño se han ido aburguesando alzarías tu pluma y tu guitarra y con el estilo que te caracterizaba les hubieras pegado el tirón de orejas sin mirar las consecuencias de perder un tablao o un contrato, porque tu naturaleza era esa, usar el carnaval como altavoz de lo que no funcionaba en la ciudad, en el país o en el mundo. Porque como nos dijiste en tu comparsa ‘Los peregrinos’, fuiste por el mundo caminando toda la vida siempre por el margen y pisando los charcos.
Y es que, Juan Carlos, aunque algún que otro ha querido ocupar tu lugar no es lo mismo. Hay alguno que se puede comparar con tu capacidad de criticar, pero el odio que lleva dentro le hace perder el estilo, le hace que todo su repertorio se quede en un grito de rabia que deja entrever más sus carencias que una crítica a la actualidad, ya sabes Juan Carlos, pescaíto en blanco al final. Tú siempre usaste una fina ironía a la hora de quejarte de las cosas y si no pues, directamente, te los pasabas por los «rincones».
Otros tienen facilidad para las letras, para el piropo fácil, para la metáfora enrevesada pero le falta tu estilo. Pasodobles a la mujer gaditana como el que escribiste en ‘Las ruinas romanas’, el dedicado a algunos vascos en esa misma agrupación, o el pasodoble dedicado a la mujer madre en ‘Los mafiosos’ no tendrán comparación con ningún otro hasta dentro de muchos concursos.
Lo dicho, Juan Carlos, se te echa de menos tanto para lo bueno como para lo malo. Hace tres años que nos dejaste pero por concurso que pasa tu recuerdo se hace más grande y el concurso de coplas un poquito más pequeño. No sé si algún día surgirá alguien que pueda igualarte, pero lo que está claro es que, a día de hoy, muchos nos hemos quedado huérfanos de autor en este concurso cada día más vendido al dinero y a la política.