Opinión
Se va Iván, se va por el barranco
Pedro ha desaprovechado la ocasión de eliminar ministerios inútiles, que no sirven para nada, y darle un respiro a las arcas nacionales
Iván –dijo Pedro Sánchez mirando al infinito desde la ventana del Falcon– ¿Cómo era eso de que si yo te pedía que te tiraras por un barranco tú lo harías?» «Pues eso, Presi, que estoy a tu entera disposición. Ya sabes, puedes pedirme lo que ... sea que ahí estoy contigo». «Pues ya sabes, ve buscando un barranco que tengo que desviar la atención de cómo está el país. ¡Ah! Y de paso vete llevando a la Calvo, al Ábalos y a unos cuantos más…»
Y así fue como Iván Redondo, con posterioridad a ver algunos capítulos de la serie ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ para dejar una nota de despedida original se fue por el barranco de la destitución. Junto a él han caído varios ministros más, entre los que se cuenta la vicepresidencia Carmen Calvo, el hasta hace poco intocable Ábalos o Juan Carlos Campos de tan infausto recuerdo para los profesionales del Derecho. Esta remodelación del Gobierno por parte del Presidente demuestra, una vez más, que a Sánchez no le duele nada a la hora de sacrificar a los peones que haga falta con tal de mantenerse él en el sillón de mando. Una vez más, el cariño del Presidente a la Moncloa pone de manifiesto que Pedro no tiene amigos, que no le guarda cariño a ninguno de sus colaboradores por más que hayan sido fieles servidores a su causa. La remodelación del gabinete no es más que una moción de censura de Pedro Sanchez a sus propios ministros, a su propio gobierno.
En lugar de descargar de peso a un ejecutivo de lo más pesado y engrosado de toda la democracia en una etapa de crisis nacional, el presidente mantiene el número de ministros y de asesores colocados a dedo. Pedro ha desaprovechado la ocasión de eliminar ministerios inútiles, que no sirven para nada, y darle un respiro a las arcas nacionales ante el tan desmesurado gasto que ocasiona el tener a ministros tan inútiles como el de Igualdad, el de Consumo o el de Universidades, con patanes al frente que lo único que sirven es para decir pamplinas o para mantenerse desapercibidos.
Mención especial debería de tener la patada en la espalda que Pedro le ha endiñado a Ivan Redondo después de ser su gurú durante tanto tiempo. El que en otra época fuera la mente pensante, el presidente en la sombra, se ha ido quemando poco a poco y a Sanchez le ha faltado tiempo para agradecerle los servicios prestados y darle el finiquito sin más. Si antes era Iván el que decidía quién salía en la foto y quién no, ahora le ha tocado a él abandonar la nave mientras va haciendo aguas.
Una vez más, Pedro va quemando.
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