La confianza renovada
Los andaluces en una mayoría absoluta nos hemos hartado de las políticas de izquierda, de los chanchullos socialistas, de los desfases en lupanares y en sustancias psicotrópicas
Y Andalucía se pintó de azul. De un azul infinito que recorría cada uno de los rincones de las ocho provincias de nuestra tierra. Y es que los andaluces de derecha, de centro y, hasta los de izquierda en un alto porcentaje, depositaron su voto ... en las urnas dándole la confianza a un presidente, Juanma Moreno, que ha demostrado estar por encima de las siglas de un partido, que ha enseñado al resto de formaciones políticas y de candidatos que se puede trabajar para todos los andaluces al margen de lo que hayan votado.
El primer mandato de Moreno ha sido un mandato de consenso, de trabajo por el bien común, de dejar al margen los carnés políticos, las creencias para dar paso al esfuerzo común por levantar una región anclada en el pasado de un gobierno socialista de más de cuatro décadas que llevó a esta bendita tierra a ser el furgón de cola de nuestro país. ¿Que habrá habido cosas que se podían haber hecho mejor? No me cabe duda y seguro que al presiente tampoco, pero muchas veces el gobernar conlleva tomar decisiones que pueden no gustar a algunos pero que se hace por el bien de la mayoría.
Los andaluces en una mayoría absoluta nos hemos hartado de las políticas de izquierda, de los chanchullos socialistas, de los desfases en lupanares y en sustancias psicotrópicas. Los andaluces hemos dicho basta a las peleas internas de las formaciones de extrema izquierda. Hemos hablado en las urnas y queremos un gobierno de centro derecha moderada. El buen trabajo, el gestionar una comunidad para sus habitantes y no para los bolsillos de unos pocos, el mirar por el bien común ha obtenido sus beneficios electorales.
Por el otro lado del hemiciclo, tampoco queremos extremismos de derecha que nos lleven a la confrontación. Macarena Olona, la que decía que era de ‘Graná’, la que le ofrecía en el último debate la vicepresidencia a Juanma Moreno –que ya tenía que estar perdida para hacer dicho brindis al sol, aunque creo que eso de ponerse de cara al sol le va mucho– no ha podido mejorar, más allá de en dos diputados, lo que ya tenía Vox en Andalucía. Su cara en la comparecencia de después del recuento final era un poema. Se le notaba la cara de decepción, de darse cuenta que con los andaluces no se puede jugar, no se nos puede tratar de paletos (que en el fondo es como nos ha tratado en la campaña electoral), que por más que quiera imitar nuestro acento nunca será de aquí, que por más que quiera ella, Abascal y su partido utilizarnos a los andaluces como ariete para sus políticas extremistas no pueden contar con nosotros para echarnos a pelear a los españoles. Que, como diría un amigo mío cofrade, aquí en Andalucía no hay más Macarena que la Reina de San Gil.
La mayoría absoluta en Andalucía es el paso para terminar de vertebrar un eje que va desde Galicia, pasando por Madrid y llegando a nuestra tierra, del que se ira expandiendo el azul que en las próximas generales hará que se acabe con el sistema egocentrista de un Sánchez cada vez más arrinconado por sus políticas de pactos con los que quieren acabar con España, acabará con sus políticas que no paran de asfixiar económicamente a un país cada vez más debilitado y en el que no se ve un futuro de la mano de la izquierda.