Como decíamos ayer
«La ciudad está que se cae, por más que algunos repitan como un mantra que está mejor que antes»
Después de un mes de vacaciones o, mejor dicho, de no acudir a mi cita semanal con esta columna, ya que el Ministro de Justicia nos ha dejado sin ese periodo inhábil que otros años era agosto, no se me ocurre mejor título que la ... famosa frase que se le atribuye a Fray Luis de León.
Como decíamos ayer, y como si el tiempo no hubiera pasado desde julio, la ciudad sigue en plena caída. Nada ha cambiado ni siquiera por el hecho de presentar una ciudad como la nuestra al turista que ha venido en este periodo estival. Seguimos con una ciudad que ni por asomo le llega a la que años atrás visitaran los veraneantes. Una ciudad que lejos de ser aquella que sonreía, hoy más bien parece que es la ciudad que llora.
En esta ciudad, la mayoría de los que creyeron las promesas electorales de don José María González, como quieren sus concejales que se le llame ahora, poco a poco van abriendo los ojos ante las mentiras. Los que antes abogaban por una responsabilidad social con los más necesitados día tras día van demostrando que los han dejado atrás y que ya ni se acuerdan. Los que presumían que serian más transparentes que el cristal poco a poco se van convirtiendo en cristales pero ahumados. Los que venían a darle la vuelta a esta ciudad, lo único que han hecho es darse la vuelta ellos mismos, volviéndose en la casta que criticaban, viviendo a costa del ciudadano, cayendo en lo mismo que echaban en cara a los del bipartidismo.
La ciudad está que se cae, por más que algunos repitan como un mantra que está mejor que antes. Una mentira, o muchas mentiras, por repetirlas muchas veces en redes sociales o en las entrevistas, porque ya ni se celebran esos famosos círculos del pueblo, no se convierte en verdad. Solo son mentiras repetidas, engañabobos para personas con vendas en los ojos que no quieren ver la realidad de esta ciudad.
En esta ciudad nada cambia, todo sigue igual. Sigue faltando la limpieza, que brilla por su ausencia. Sigue siendo una ciudad gobernada a golpe de tuit, los desperfectos que no aparecen en las redes sociales no son arreglados. Siguen personas viviendo en la calle sin que haya respuesta municipal para darles una salida, salvo la de mandarle a los empleados de la limpieza de madrugada para molestar. Siguen los conflictos con la Policía Local, a la que se acusa de utilizar la pandemia para sacar beneficios propios. Sigue creándose el caos circulatorio al tomarse medidas ilógicas, con peatonalizaciones descabelladas que perjudican a los ciudadanos. Bueno, para no mentir, lo único que cambia son los nombres de las calles y ya parece que todos los problemas de los gaditanos están solucionados.
Como decíamos ayer, esta ciudad no está para muchos trotes. Tres años hasta las próximas elecciones municipales pueden ser demasiados para una ciudad que sufre la inoperancia de un alcalde que no sabe pero que continúa gobernando a golpe de populismo y siendo apoyado por un PSOE que amaga con dar pero que se pone de perfil para no mancharse las manos.
Como decíamos ayer, y como me da que seguiremos diciendo durante el resto del mandato, el caos está apalancado en San Juan de Dios y la ciudad seguirá sufriendo el desgaste al que se le está sometiendo durante estos eternos ochos años, por muchos meses que nos tomemos de vacaciones.
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