La adicción no es un juego
Testimonios como el de Abraham sirven para visibilizar un problema todavía joven pero con un peligroso desarrollo
Resulta fácil detectar cuando alguien tiene problemas con el alcohol: problemas económicos, degeneración física, conducta agresiva y adicción medible en centilitros y copas. Ni que decir cuando entra en escena la cocaína u otra droga dura que acentúa las miserias, y al respecto del tabaco ... poco se puede añadir a las campañas continuas (más impuestos) para advertir de sus negativas consecuencias para la salud. Pero... ¿qué puede tener de malo que un crío se divierta con la videoconsola una vez que haya cumplido con sus deberes? ¿O que el intenso adolescente se desfogue ante la pantalla y permita un par de horas de tranquilidad en el hogar? Si bien, la pregunta real es ¿cuándo el juego deja de serlo?
Preocupa la adicción a los videojuegos por su incidencia en los más desprotegidos, los menores, y por su carácter silencioso. Y precisamente sin hacer ruido escala hasta incrementar en siete puntos las personas que se tratan por este asunto, sin sumar a todos aquellos dependientes que radican en la sombra.
Por ello es decisivo visibilizar a jóvenes como Abraham, que detalla cómo esta adicción, al igual que todas, alteró su vida y personalidad hasta hacerlo alguien difícilmente reconocible incluso para su familia. El jerezano se convierte en el espejo en el que muchos, aún callados, pueden distinguir sus propios síntomas. Esta historia cuenta con su final feliz, cuando él decide, con ayuda, poner fin a la partida. ‘Game over’.
Visibilizar la adicción, promocionar la solución, si es necesario en manos de profesional. La adicción a las Tics es todavía una senda por explorar, en sus primeros pasos por su novedad. Pero comparte parte de sus síntomas y especialmente en su conclusión. Siempre hay una salida.