LA VOZ DE CÁDIZ - EL APUNTE

Un acuerdo pendiente

La noche de Cádiz está pendiente de una cesión mutua, ni toque de queda ni ruido hasta las tantas, ni aceras desiertas ni tomadas por terrazas. Es indispensable un punto medio

LA VOZ

Primero fueron las quejas de los vecinos, ciertamente torturados. Luego llegaron las normativas y, finalmente, los cambios de hábitos, de costumbres sociales, y la recesión económica. La tormenta perfecta para acabar con todo un sector, el del ocio nocturno, el de los locales de diversión, de copas, de música, incluso de cierta gastronomía y repostería. Se trataba del enfrentamiento entre el derecho al descanso de los residentes y el, presunto, derecho a la diversión de visitantes, turistas, jóvenes y ciudadanos en general.

Para empezar, habría que cuestionar los términos. El primer derecho es tal. Sencillamente, el segundo, el derecho a la diversión, no existe. El ocio nocturno puede ser una aspiración, un deseo, incluso un interés económico necesario en determinados lugares y épocas pero no es comparable con la imprescindible necesidad física de dormir. Una vez sentada esa base, nadie en su sano juicio pretende que ciudades como Cádiz regresen al botellón ni a los excesos, al infierno para los vecinos, al suelo alfombrado basura y orines. Nadie quiere imitar modelos, con las despedidas de soltero como ejemplo y excusa, que pretenden erradicarse de zonas de Baleares o Cataluña, incluso de Tarifa y Conil por no ir más lejos.

Se trata de crear y mantener una oferta atractiva y civilizada en la noche (junto a las de otros horarios). Eso pasa por pactar reglas ecuánimes y velar por su cumplimiento estricto. Ni aceras desiertas ni tomadas por terrazas. Ni toques de queda a las diez ni ruidos infernales hasta las tres.

Es deseable encontrar cuanto antes alternativas y puntos medios en los que ambas partes (vecinos y hosteleros, residentes y usuarios de locales) cedan algo y ganen mucho.

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