Felicidad Rodríguez - ARTÍCULO
De dramas y buenas nuevas
En estas fechas es obligado recapitular sobre aquello que ha marcado nuestras vidas durante los últimos doce meses
Se acercan ya las campanadas para despedir a un complejo 2015. No es fácil hacer un balance limitado a los 365 días que han transcurrido desde que nos tomamos las uvas las pasadas navidades, excepción hecha de los que siguieron la retransmisión por la cadena andaluza que tendrán otro punto de referencia, hasta que nos las volvamos a tomar dentro de escasos días. Porque a pesar de que, con los cuartos y los 12 campanazos de la Puerta del Sol, solemos pensar eso de “año nuevo, vida nueva” con una amplia serie de propósitos que, en principio, cambiarán toda nuestra existencia, lo cierto es que el 1 de enero no deja de ser una continuación lógica del 31 de diciembre y lo que vaya a ocurrir posteriormente será también una sucesión de lo acontecido en el año que se acaba y aún en años anteriores. Sin embargo, es obligado en estas fechas el recapitular sobre aquello que, entendemos, ha marcado nuestra vida durante los últimos 12 meses. Y en esa reflexión no podemos dejar de referirnos a lo que ha ocurrido en el mundo y, más concretamente, en Europa. Porque aún cuando, con frecuencia, vemos a la Unión Europea como algo lejano, tenemos que admitir que sus decisiones afectan, mucho más de lo que imaginamos, a nuestro día a día. Una UE que ha tenido un año de los más complicados de su existencia y en el que han cobrado protagonismo tres hechos fundamentales: el éxodo de los refugiados, la crisis griega y el zarpazo del terrorismo. Tres situaciones que han tenido también sus consecuencias en nuestro país y para cuyo análisis no solo hay que remontarse a fechas anteriores al 2015 sino mirar, asimismo, más allá de las propias fronteras europeas. Durante el 2015, más de un millón de personas, huyendo de la guerra, han buscado refugio en la que muchos imaginan una tierra de promisión, sumándose así a los que todos los años tratan de llegar a Ceuta y Melilla, dos ciudades que son también frontera común para el conjunto de la Unión, aún cuando para Schengen cada país es responsable de las suyas propias. Un éxodo con realidades escalofriantes que tampoco son nuevas; recordemos los cientos de fallecidos en esos intentos desesperados por alcanzar las costas de Lampedusa en los últimos años. Europa se ha encontrado con el reto de acoger con dignidad a todos esos refugiados haciendo compatible la seguridad y la protección de todos, de los que llegan y de los países de acogida. Una acogida no exenta de discusiones para la distribución de los cupos, incluso con el rechazo por parte de algunos países, y el riesgo de que la situación se escape de las manos. El abordaje de este éxodo masivo se muestra complicado y lo seguirá siendo en el futuro próximo; la única manera será actuar en numerosos ámbitos, a corto, mediano y largo plazo, resolviendo los problemas concretos al tiempo que se actúa sobre sus causas; y todo ello de manera coordinada, sin olvidar que no se trata de un problema europeo sino global. El segundo hecho que ha marcado el 2015 fue la tragicomedia griega. El país heleno, con su rechazo inicial a pagar su deuda, el corralito y el riesgo del Grexit, ocupó páginas enteras en prensa. Con el no al pago de la deuda, la prima de riesgo española, esa prima de la que nadie parece acordarse pero que, en el 2012, era el tema principal de debate, con 638 puntos anunciando el cierre del país, volvió a dispararse hasta los 160 puntos básicos. Las aguas volvieron a su cauce tras la capitulación de Tsipras, aunque la novela griega ha puesto sobre la mesa la amenaza al proyecto europeo, una amenaza que, de producirse, tendría consecuencias devastadoras para todos los ciudadanos europeos. En tercer lugar, el yihadismo. Los atentados terroristas se han sucedido tristemente a lo largo de este año y la masacre de Paris ha dejado meridianamente claro que Europa es un objetivo principal fuera de Oriente Medio para el autollamado Estado Islámico. Y junto a todo ello, las cuestiones internas de nuestro propio país para el que el 2015 ha sido complicado y contradictorio. El independentismo catalán ha desafiado de manera continua la integridad territorial del Estado y, en definitiva, la igualdad entre todos los españoles; un riesgo que continúa mientras nos tomamos las uvas y que nos seguirá dando dolores de cabeza que pueden incrementarse si, teniendo en cuenta los resultados de las elecciones generales, no se logra la formación de un gobierno central estable. También hemos asistido al despegue de la “nueva política” que, analizada en profundidad, de nueva tiene bien poco. Pero también hemos tenido buenas nuevas. En el ámbito que me toca más de cerca, España se convirtió en el primer país en dar una solución global a los pacientes con hepatitis C, enfermedad incurable hasta hace pocas fechas. Y, por fin, la consolidación del despegue de nuestro país que ya se inició en el 2014, y lo más importante para la ciudadanía, la creación de empleo. Los datos de noviembre indicaban una bajada del paro en 27.071 personas y la afiliación incluía 1620 nuevos cotizantes; en suma, 544.700 personas más con empleo que el año pasado. Cádiz, como es ya tradicional, va a la zaga en este tema, pero en el 2015 se han plasmado, tras muchos esfuerzos, acuerdos cuyas oportunidades sería imperdonable el desaprovechar. Tras años en dique seco, la construcción de los petroleros es una realidad y con nuevos contratos a la vista; tras la Mariner, el encargo de una nueva plataforma para el Mar del Norte o la construcción de la subestación para el parque de Wikinger. En definitiva, millones de horas de trabajo. Y, por supuesto, ese tratamiento especial que logró el gobierno para Cádiz en las ITIs de la UE que supondrá una inyección de unos 1.300 millones de € para la provincia y que tendremos la responsabilidad de traducir en empleo. También la fisonomía de la ciudad ha cambiado; el nuevo puente es ya un icono cuya trascendencia para Cádiz la comprobaremos en el futuro. Sobre política municipal, tendremos que hablar otro día; al fin y al cabo, tampoco hay mucho que decir, salvo que se han suprimido las manifestaciones diarias en San Juan de Dios. ¿Y que esperar del nuevo año? Por ahora, incertidumbre. Pero como los Reyes Magos están cerca, desear que pronto tengamos todos un gobierno estable que asegure la gobernabilidad y permita que se siga consolidando lo logrado en el 2015.