Ramón Pérez Montero
Sol
Incurrí en la ligereza de compartir en mi muro de Facebook una noticia no contrastada sobre la detención por parte de la Guardia Civil de un individuo cuando al parecer traficaba con placas solares
Este fin de semana incurrí en la ligereza de ‘compartir’ en mi muro de Facebook una noticia no contrastada sobre la detención por parte de la Guardia Civil de un individuo cuando al parecer traficaba con placas solares. Un amigo me advirtió sobre la falsedad de esa noticia, al tiempo que me señalaba la conveniencia de no dar pábulo mentiras tan burdas.
Le reconocí que había obrado de manera inconsecuente, pero a modo de justificación le argumentaba que me había movido la rabia que este asunto me provoca. Desde hace más de diez años le vengo siguiendo las huellas al lento pero firme desarrollo de la energía eléctrica fotovoltaica y de las nuevas baterías que, juntas, pueden llevarnos a prescindir del nocivo uso del petróleo y a la independencia energética de nuestros hogares. El calentamiento global de nuestro planeta, por más que Trump y su poderosa cohorte de negacionistas mundiales se empeñen en lo contrario, es un hecho constatado por el incesante incremento en las medidas anuales de la temperatura. Quizás prefiramos mirar para otro lado, pero la catástrofe ecológica que se avecina, con sus terribles consecuencias para la especie humana, está cada día más cerca, sobre todo por nuestro consumo desmedido de energía fósil.
La mejor solución para poner freno a este tren que corre hacia el precipicio es el sol. Nuestra estrella nos proporciona energía limpia y abundante, pero hete aquí que el maquinista solo responde a las órdenes de la gran industria petrolera. A ese tal amigo le hablaba de los dos últimos artículos que acababa de leer acerca de los avances en el desarrollo de las placas solares. Pero me lamentaba al mismo tiempo de que este tipo de informaciones pasarían por completo inadvertidas en el turbión de banalidades de las redes sociales. Me aconsejaba, dado que la mayoría de estos artículos solo se encuentran en inglés, que los divulgara escribiendo en prensa sobre el asunto. Como lo considero bien intencionado y persona sensata aquí me tienen metido en este barro.
En 2005 ya se constataba que los paneles solares de silicio impuro rendían más de 200 vatios por metro cuadrado, pero el precio de esa tecnología los hacía por aquel entonces prohibitivos para el uso doméstico. En los años siguientes se han venido probando nuevas soluciones para abaratar los costes e incrementar el rendimiento mediante nanotubos de titanio, germanio poroso, fusión de fotones, perovskita, motores térmicos Stirling y otras muchas. Así hasta hoy en día, en que la energía solar fotovoltaica es una realidad tanto por su alto rendimiento como por su competitividad en el aspecto económico. Solo falta que los paneles sean complementados con un tipo de batería de alta capacidad de almacenaje y con suficientes ciclos de carga que haga su uso cómodo y rentable. También en algunos países se opta por una especie de simbiosis en conexión con las eléctricas, de las que se demanda energía en horas y días de baja insolación, y las que se deriva el excedente.
Pero aquí, en nuestra tierra patria, los sucesivos gobiernos, en interesada connivencia con las grandes compañías del sector, no solo han ido poniendo trabas al avance de esta energía renovable, sino que ahora incluso lo frenan abiertamente con el vergonzoso ‘impuesto al sol’ que convierte en delincuente a quien se atreva a montarlas de manera clandestina. He aquí el origen de mi rabia y la razón de mi poca cautela a la hora de compartir la falsa noticia.
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