TAL VEZ FELICES
Morante nos ha truncado la vida
La característica esencial de lo irrepetible es que no vuelve a suceder
Ni soy experto en tauromaquia ni tengo demasiada edad. Sin embargo, desde la pasada feria de Abril habito con una certeza. Iré a corridas, las próximas en San Isidro. Veré orejas, quites y ovaciones, pero nada superará la faena de Morante del 26 de abril ... en la Maestranza. Lo sé como el comensal neófito que cató la mejor receta y el lector voraz que se desvirgó con Cervantes. Al fin presencio un hito que ni se apellida Covid ni se llama crisis.
En esa plaza había diestros veteranos y emblemáticos: Curro Romero y Paula, sin ir más lejos. También taurinos de toda índole y, en muchos casos, avanzada edad. A ellos este cénit en el que se aúnan tantas escuelas les llega después de décadas de búsqueda. Los chiquillos que al terminar se saltaron al ruedo, al contrario, lo han hallado excesivamente pronto. Quizá se asemejarán en el futuro a aquellos que escucharon a Tomás Pavón, afirmando desde entonces haber perdido capacidad de sorpresa. Estos vivieron mirando para atrás, como tal vez vivan a partir de ahora esa pléyade de niños conscientes desde un primer instante de lo ocurrido. Se despertó de manera generalizada una fecha como telón de fondo. Una tarde de memoria. La sensación repentina de haberse quejado del calor y verse de pronto despojado ante un acontecimiento histórico por su carácter sublime.
Vi al toro morir con la espada dentro y aún tres muletazos por dar. Gente llorar y a un tipo conjugar con naturalidad un sinfín de expresiones. Romero Murube no había profundizado en la saeta cuando afirmó entenderlo todo en un lamento del Gloria. Yo no sé nada. Si acaso, todo lo que perdí al calibrar lo que ya no volveré a ver. Morante de la Puebla nos ha truncado así la vida. Y no exagero si digo que por encima de escuchar a Paco de Lucía en el Teatro Real y ver a los Beatles crecer desde Cavern Club no queda mucho más por esos campos: el pop, la guitarra flamenca. Pues igual con el toreo. Con esa analogía ando estos días. Vayamos a conciertos y ruedos, pero no exijamos según qué listones, pues la característica esencial de lo irrepetible es que no vuelve a suceder.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete