tribuna abierta
Meter bulla
Meter bulla es huir del debate razonado y razonable y de la argumentación sólida y solvente
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Una de las características del populismo es su obsesión simplista por meter bulla en cualquier asunto que convenga a sus intereses. Para evitar el debate sereno, argumentado y racional, se recurre a someter la cuestión que interesa a la bulla, ese ruido confuso y desordenado ... de gritos y voces producido por unos pocos para conseguir fines perversos. Desde que Sánchez y los suyos se retrataron como fulleros para engañar a sus conmilitones, pretendiendo un pucherazo con urnas escondidas tras las cortinas, no cabe duda de que son expertos en el enredo, la bulla y la mentira.
La progresiva pérdida de confianza en el sanchismo que muestran las encuestas ha desatado su afán bullanguero para, como diría el clásico, embarrar el terreno de juego del debate democrático con filtraciones interesadas y con iniciativas alejadas de las exigencias mínimas de cualquier régimen parlamentario. El atentado más grave es el que se perpreta contra la libertad de expresión y de información con ese proyecto que, pretendiendo, dicen, garantizar la seguridad del Estado, busca en el fondo la implantación de una censura que deja en mantillas a la del franquismo al facilitar que se pueda multar a los medios que se ocupen de asuntos que ellos declaren confidenciales.
Hace poco los ciudadanos andaluces dejaron claro que ya no se tragaban aquello del miedo a la derecha, tras comprobar que no solo esta no les privaba de sus derechos sino que los estimulaba y alentaba en libertad, liderando ahora Andalucía el crecimiento económico, las exportaciones y la creación de empleo. Desde entonces Sánchez se ha empeñado en ocupar el espacio de Podemos, mimetizándose con sus mensajes demagógicos y sus planteamientos fulleros. La torticera filtración de un pretendido documento precontractual secreto suscrito con el entonces secretario del PP para llevar a cabo algunos nombramientos solo pretende provocar confusión y alboroto ignorando que, en cualquier caso, los pactos secretos, además de serlo, no obligan a nadie si no han sido suscritos por el órgano competente para ello. De este debate lo único que los españoles quieren es que, de una vez por todas, los partidos políticos saquen sus manos del Poder Judicial y se acaben las odiosas puertas giratorias entre los distintos poderes del Estado.
La contumaz actitud de no dar cuenta por parte del Gobierno a los requerimientos que se le realizan desde el Portal de Transparencia son auténticos casos de desobediencia y deslealtad al sistema democrático. Neutralizado el Legislativo con su abusivo recurso al Decreto Ley, el sanchismo, controlada la Fiscalía General y la Abogacía del Estado, tiene entre ceja y ceja la toma total del Poder Judicial para truncar toda posibilidad de asumir responsabilidades por actos derivados de sus inconstitucionales limitaciones impuestas en la pandemia, el rescate de la compañía Plus Ultra o la legalidad de los indultos a sus socios del proceso independentista catalán. Mientras tanto, los ciudadanos, obligados a apretarse el cinturón, querrían información, tal como ha demandado Transparencia, sobre el uso abusivo del Falcon por parte de Pedro Sánchez o el número de asesores de que dispone, su sueldo, funciones y currículo.
Meter bulla con la Agenda 2030 puede ser tan pernicioso como que, mientras se ensalzan las bondades ecológicas por parte de tantos oportunistas que viven del cuento, Transición Ecológica proceda al cierre de 85 proyectos previstos en las cuencas hidrográficas «por razones medioambientales» mientras se agota el agua embalsada y se arruinan sectores enteros de la economía ante una sequía que, de no haberse paralizado por Zapatero el Plan Hidrológico Nacional, sólo con el agua del Ebro desperdiciada se hubiera garantizado el suministro de todas las cuencas.
Las condenas para los responsables políticos de los ERE andaluces están provocando el ruido confuso propio de las bullas que pretenden dar gato por liebre para así facilitar indultos a condenados. Al margen de la valoración personal que a cada cual les merezca la trayectoria de los condenados, es obvio que una condena por prevaricación y malversación no puede ser impugnada con la débil argumentación de que los culpables no se enriquecieron personalmente con los hechos juzgados, porque si así hubiera sido la condena sería, además, por robo, hurto o apropiación indebida. La malversación, para un gobernante democrático, es mucho más grave porque afecta al uso irregular, ilegítimo y delictivo del dinero público. El problema es que el socialismo andaluz hizo suyo aquello de que «el dinero público no es de nadie», lo que le daba vía libre para hacer con él lo que le viniera en gana.
Meter bulla es huir del debate razonado y razonable y de la argumentación sólida y solvente. El populismo de 'ir a por todas' al que se ha abrazado Sánchez, es el reflejo propio de la impotencia y la incapacidad que busca refugio en el mensaje simple y la propuesta necia y facilona. En realidad se trata de impedir que un asunto determinado siga su curso natural, produciendo para ello una gran confusión que bloquee el proceso lógico y frustre la razonable conclusión del mismo. El riesgo es que, ante tanto simplismo ayuno de ideas y de razón, las mentes rigurosas, como ha expresado Félix Ovejero, terminen rindiéndose ante tanta mediocridad. Es lo que buscan los expertos en meter bulla y es lo que ansía el neosanchismo bolivariano.
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