CAFÉ CON NEUROSIS
Si me llaman facha...
El término va a evolucionar de insulto a ser un honor, gracias a los tontos contemporáneos que creen que las palabras cambian la realidad
Si me llaman facha por señalar que, en Alemania, mueren cada año unas 140 mujeres asesinadas por sus parejas, y eso significa –en proporción de habitantes– que los machos alemanes matan a sus hembras un cuarenta por ciento más que en España... Si me tildan ... de facha por observar y escribirlo que algunas mujeres para lograr su ascenso social o laboral todavía siguen empleando su cuerpo, y representa para mí un irónico misterio constatar que hay hembras que no logran resistir los encantos de hombres mayores que ellas 30 ó 40 años, pero que nunca estos hombres son porteros de una finca urbana, repartidores de paquetes u honrados policías locales, y siempre son, presuntamente, honrados millonarios...
Si me llaman facha porque siempre he considerado que Estados Unidos salvó a Europa con la colaboración de Rusia, pero que Rusia se quedó con media Europa como botín, mientras Estados Unidos se volcó después en ayudas económicas... Si estoy en la primera división de fachas por señalar que todos los colectivos que han sufrido persecución –como los judíos o los homosexuales– tienen una tendencia a formar grupos de presión cuando la sociedad les asimila y, luego, en determinados círculos ejercen la discriminación a su favor... Si ser facha es mostrar extrañeza porque en un país con tres millones de parados –o más si contamos los fijos, hoy, y discontinuos el mes que viene– tengan que venir trabajadores de otros países para recoger la fresa, vendimiar, cuidar ancianos o arreglar un grifo...
Si ser facha es reivindicar la memoria, como una de las tres armas que ayudan al progreso del individuo y de la sociedad –las otras dos son la inteligencia y la voluntad– y sonrío cuando leo a mi admirado Jardiel Poncela lo de que «la memoria es la inteligencia de los tontos», pero la admiración y el sentido del humor no me impiden reconocer que un sistema educativo que desprecia la memoria y el esfuerzo es un claro estímulo a la descomposición social...
Si entro en la cofradía de los fachas por haber descrito, en un pequeño ensayo narrativo, a una familia a la que, en la guerra civil, un muchacho de 17 años es fusilado por estar estudiando en un seminario y no tener callos en las manos y, a su hermano, de 23 años, por tener un carnet de UGT, y la llamada Ley de la Memoria Histérica –'histérica', señor corrector– me parece un burdo intento totalitario de blanquear una República, tan llena de errores como fue la instauración de la Dictadura...
Si esos son los motivos, entiendo que el término facha va a evolucionar de insulto a ser un honor, gracias a los tontos contemporáneos que, con su catecismo de maniqueos de izquierdas, creen que las palabras cambian la realidad, y un insulto les evita discurrir.
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