Turismo gaditano más allá de playas y bodegas
El caso de Grazalema, en donde se ha apostado por un modelo sostenible de atraer turistas, puede ser un buen espejo donde se miren los municipios más grandes
El Patronato de Turismo y Turismo Andaluz (uno dependiente de Diputación y el otro, de la Junta) suelen presumir de que todos los años, cuando tienen que vender la provincia de Cádiz en las ferias del sector, se enfrentan al mismo bendito problema. ¿Qué es ... lo que promocionamos? Cádiz puede presumir, y lo hace sin complejos, de tener una riquísima oferta turística en la que no faltan algunas de las mejores playas de Europa, unas bodegas únicas en el mundo, una temperatura anual que es un regalo de los cielos y una gastronomía que se ha puesto de moda en la alta cocina de toda España. Entre esas joyas que tiene la provincia, en ocasiones queda opacada los recursos del turismo de interior, de su serranía. A pesar de que localidades como Grazalema y El Bosque suelen aparecer como dos de los destinos rurales más buscados en todo el país.
En el caso de Grazalema, es notable cómo desde la administración local se están haciendo esfuerzos para que no se mate a la gallina de los huevos de oro. Su joven alcalde, Carlos García, repite en el reportaje que publica hoy este periódico que la obsesión es que el turismo sea sostenible en una doble dirección. Por una parte, que dé un buen servicio al visitante, que no convierta el municipio en un decorado (quien haya visitado destinos como Venecia lo tendrá claro) y, por otra, que fije a la población al territorio, que traiga prosperidad a la población.
La Sierra de Cádiz se consolidó como un lugar de escapada durante los peores meses de la pandemia. Llegada la normalidad (sin ese adjetivo engañoso de nueva) ha caído un poco la afluencia, pero el haber sabido aprovechar la oportunidad pasada le ha dado un puesto de honor en los recorridos turísticos gaditanos, andaluces y españoles que muy pocos olvidarán. La cantidad de distintas nacionalidades que han recalado en los municipios serranos en estos últimos años son la prueba palpable de que esa sensación ha traspasado fronteras.
Cádiz demuestra que sigue con el bendito problema de una oferta variada y, de eso también hay que presumir, que cada vez más apuesta por la sostenibilidad y que ha conseguido romper la condena de la estacionalidad.