Las prisas finales de los malos estudiantes y gestores

El alcalde de Cádiz, que sigue mareando con su destino final, tiene ocho meses para arreglar los desaguisados que ha ido consumando en sus dos mandatos

La Voz

Cádiz

El humorista malagueño Dani Rovira tiene una asociación proteccionista a la que, con un ingenioso juego de palabras, llama 'Ocho tumbao'. Es decir, un infinito. En el caso del Ayuntamiento de Cádiz, este ocho, lejos de significar infinito, parece ser todo lo contrario: la nada. ... A la vista de los desaguisados que han dejado los dos mandatos de la era Kichi en la ciudad, diera la impresión que el 'tumbao' no era el número, sino el propio equipo gestor. La ciudad que resulta en 2022, y la que sufrirán los ciudadanos en 2023, es mucho peor que la que se encontró González Santos en 2015.

En estos años, el expodemita ha pasado de querer conquistar los cielos a salir por la puerta de atrás. De las grandilocuentes promesas de municipalización de los servicios que se prestaban al ciudadano (con la consiguiente mejora en las condiciones laborales de quienes para el Ayuntamiento trabajan) a tener en frente de él a la práctica totalidad de empleados para la administración local.

A Kichi se le agota el tiempo. Tiene ocho meses no ya para conseguir que, como él proclamaba, regresen los gaditanos que emigraron (la sangría en la capital ha seguido la misma línea que cuando gobernaba Teófila Martínez), sino para desbloquear al menos el conflicto de la Policía Local, uno de los grandes asuntos que mantienen paralizada la ciudad. La total falta de diálogo del regidor, aquel que prometía luz, taquígrafos y paredes de cristal, lo ha llevado en este tiempo a enfrentarse con sus compañeros de coalición, los siempre cómodos socios de Izquierda Unida, que sólo han dejado entrever su malestar cuando los desaires rozaban el insulto (léase, por ejemplo, el ninguneo al que fue sometido Martín Vila con la ordenación de las terrazas en La Viña).

Como los malos estudiantes, Kichi tendrá que hacer sus deberes a última hora, a la carrera, para salvar los muebles. Aunque, como los malos estudiantes, también contemple no presentarse, siquiera, a ese examen con la ciudad.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios