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La peligrosa dejadez con los árboles en la ciudad
Los últimos incidentes vividos en la ciudad con los árboles ponen a las claras que la falta de mantenimiento puede terminar por provocar una desgracia
Ya no puede culparse a la mala suerte, al tiempo, o la herencia recibida. Los continuos desprendimientos de los árboles de la ciudad son el resultado de una alarmante falta de mantenimiento, de una calamitosa gestión que ha dado como resultado que pasear por las ... aceras de Cádiz se haya convertido, prácticamente, en una actividad de riesgo. Los últimos hechos pueden ser el prólogo de una desgracia si no se toman medidas de inmediato.
Y es que es asumible que un fuerte temporal de viento provoque daños en los árboles de la ciudad. Es algo con lo que los gaditanos llevamos conviviendo desde la llegada del primer fenicio. Sin embargo, es incomprensible que con el levante en calma se precipiten ramas y árboles, como sucedió el pasado miércoles frente al colegio San Felipe Neri, o como pasó ayer en la avenida 4 de diciembre y en la Barriada de la Paz. En este caso, la falta de cuidados no distingue entre zonas con más renta y zonas con menos. El abandono es generalizado.
Los hechos son especialmente sangrantes cuando ya el año pasado los trabajadores del servicio de jardines alertaron de las malas condiciones en las que se encontraba el arbolado de la ciudad, con unas podas que no eran las correctas. En este año, como en tantas otras cosas, el Gobierno local no se ha puesto las pilas y ha dejado que la desidia guiara su toma de decisiones. El resultado es visible: tres desprendimientos en una semana, sin olvidar el que se produjo el pasado verano en la plaza del Árbol. La providencia está acompañando, pero cuando se juega a la ruleta rusa tantas veces, la posibilidad de que la bala se dispare es cada vez más altas.
Obviamente, no vamos a caer en la fórmula italiana del 'piove, porco governo', pero lo que está experimentando la ciudad no es fruto de la mala suerte ni de los imponderables de la naturaleza. Es una expresión más de la dejadez y el abandono en los que está sumida la ciudad, en la que la falta de mantenimiento se ha convertido, finalmente, en un problema de seguridad pública.
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