El Apunte
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Yolanda Díaz ya estuvo en Cádiz el pasado mes de abril, en calidad de ministra de Trabajo, y sólo dejó sonrisas y promesas incumplidas
Yolanda Díaz tardó años en visitar la provincia de Cádiz. El anterior alcalde de la capital, José María González 'Kichi', le cursó oficialmente varias invitaciones para que viniera a visitar «la provincia con más paro de España», siendo como era –y de hecho aún sigue siendo– ministra de Trabajo. Una y otra vez dichas invitaciones fueron rechazadas hasta que por fin, el pasado mes de abril, aceptó asistir a una reunión con el ex primer edil gaditano y una representación de los trabajadores del Metal.
En dicho encuentro lamentó las elevadas cifras de desempleo de la provincia y les prometió que sus ruegos serían escuchados. Tres meses después, nada de nada. Ni un guiño, ni un gesto, ni una promesa de medidas para paliar la situación. Por supuesto, ni hablar de planes especiales de empleo. Nada. Yolanda Díaz entró, sonrió y se fue por donde había venido. Al punto de que hasta los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT criticaron su visita y sus representantes declinaron asistir al considerar que el formato elegido –una reunión en el Ayuntamiento de Cádiz– no era el más adecuado.
También mostraron de forma ostensible sus quejas los representantes de la patronal, que lamentaron no haber sido invitados a dicho encuentro, habida cuenta de que ellos, tal y como revindicaron, son «los que que creamos los puestos de trabajo». Aquella aparición por Cádiz, de carácter institucional, quedó en nada.
Ayer volvió a poner un pie en la provincia. Y no lo hizo en calidad de ministra de Trabajo y Economía Social, sino como número uno de su formación 'Sumar' de cara a las elecciones generales del próximo 23 de julio. Y en su acto de la plaza de la Catedral se encontró con un grupo de la Coordinadora de Trabajadores del Metal –los más vehementes en sus reivindicaciones– que la increparon y exigieron que de una vez tome medidas que sean realmente efectivas y beneficiosas para la Bahía. Tan vehementes fueron que en varias ocasiones interrumpieron el mitin y finalmente los escoltas de Díaz optaron por sacarla del escenario protegida para evitar males mayores. No los hubo afortunadamente y una vez más corresponde denunciar la violencia aunque sólo sea verbal. Este tipo de actitudes por parte de un grupo minoritario de trabajadores no benefician en nada a la hora de lograr más carga de trabajo.
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